Capítulo 64

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Narra Meredith**

—Hola, preciosa. Volví ni bien me enteré lo que te había pasado.

Oh, Felipe está aquí.

—Lo siento tanto, siento no haber estado para ti; tú me necesitabas y yo no lo pude ver. Tienes que ponerte bien, mi preciosa. Tienes que estar bien, Meredith.

No llores, mi amor.

—No puedo vivir sin ti; quiero amarte, quiero hacerte feliz. No tuvimos tiempo, nos falta mucho tiempo todavía. Tienes que seguir enojándote conmigo, riendo, quiero seguir despertando a tu lado. Te necesito, preciosa. No puedo imaginar la vida sin ti. Nuestro bebé te necesita.

¡Sabe de bebé! ¡Y ahora está acariciando mi vientre!

—Te mereces ser feliz y yo prometo que te haré feliz. Y sé que ya te lo dije y te fallé; pero lo haré, intentaré hacerte feliz todos los días. Prometo cuidarte, valorarte y estar para ti siempre. Por favor, despierta. Vuelve a hacernos felices con el sonido de tu voz, tu risa.

Oh, cariño. Ojalá pudiera volver. Ojalá pudiera estar contigo, con nuestro bebé. Pero no puedo, mi cuerpo no puede.

—Meri, tienes que despertarte, por favor.

Oh, Beth. Quisiera despertarme y estar contigo. Te falté tanto tiempo y ahora no puedo ayudarte, no puedo ser tu hermana.

—Mamá y papá están viniendo. Felipe está organizando. Eres una tonta, lo sabes, ¿no? Él te ama muchísimo; está preocupadísimo por ustedes. Y, aunque el dolor lo nuble, está feliz con la idea del bebé. Por eso tienes que despertarte, tienen que ser felices. Felipe te necesita, el bebé también. Yo te necesito, Mer. Te necesito muchísimo todavía; me gusta mucho este chico y no sé qué hacer con eso. Él está aquí. ¿Entiendes que vino hasta Barcelona sólo para consolarme? Necesito tu ayuda.

Ay, me pone tan contenta por ti. Desearía poder despertarme para poder conocerlo y saber si es bueno para ti. Te mereces lo mejor, Liz. Eres muy fuerte. Lamento que no puedas escucharme.

—No pude venir antes, no podía verte así. Me quedé del otro lado de la puerta estos días porque no soportaba la idea de verte mal. A ti que siempre puedes con todo, que siempre estás dispuesta a ayudar a quien necesite tu ayuda. Mare está un poco mejor, supongo que todo esto tapa lo que le pasó. No sé si le sirve; soy una simple abogada. Tú eres la que sabe en esta relación, siempre sabes qué hay que hacer. Sabes cómo tengo que vestirme para no tener frío o calor, sabes dónde dejé mis cosas cuando no las encuentro, sabes mis horarios cuando los olvido. ¿Qué haría yo sin ti? ¿Qué haría si no pudiera verte más? ¿Cómo seguiría adelante?

Ay, Annie. Tú eres muy fuerte, siempre podrás salir adelante. Aunque yo no esté contigo.

—¿Quién me va a poner en mi lugar cuando me pelee con Henry? ¿Quién se tomará una botella de tequila conmigo? Bueno, Mare seguro ayudaría. Y bueno, ahora no puedes porque estás embarazada pero en algún momento lo harás de nuevo. Tienes que poder hacerlo de nuevo, Mer. Porque no puedo vivir en un mundo en el que sé que no estás.

Tendrás que aprender a hacerlo, An.

— Ay, mi nena preciosa.

Mamá.

— No puedo verte así. Ay, Meredith, no puedo perderte de nuevo. No ahora que estás de nuevo con nosotros. ¿Sabes? Se supone que iba a ser una sorpresa pero con tu padre nos íbamos a mudar a Londres, así estábamos cerca tuyo. Imagínate, así podría estar contigo y con mi nieto o nieta. Así podría ayudarte a no cometer los mismos errores que yo cometí contigo.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora