Capítulo 31

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Caminaba sin rumbo, no sabía dónde iba y tampoco me importaba. Esto era demasiado para mí; no podía con toda la carga que venía a Felipe. Con todo él. No quería perderlo pero él no me entendía y sé que era yo la que le estaba ocultando información; es sólo que no logra entender que no puedo aceptar ese tipo de compromiso con él.

Ya una vez dejé todo por un hombre: perdí oportunidades, perdí a mi familia y a mi bebé. Yo sólo no podía volver a hacer eso. 

Y Felipe seguía sin saber toda la verdad; cuando lo descubriera, no volvería a verme de la misma forma.

Me sentía cansada así que paré un taxi y le pedí que me lleve de nuevo al hotel; tenía que enfrentar esto. 

Si Felipe me amaba como decía, tenía que entenderme. 

Me bajé en el hotel y pagué por el viaje.

—Disculpa, ¿el señor Mills sigue estando en la habitación?— le pregunto a la recepcionista. 

—Sí, señorita.

Le agradezco y subo. Estaba nerviosa; no sabía si Felipe iba a querer verme.

Cuando estaba debatiéndome si tocar la puerta o salir corriendo; esta se abrió mostrando un Felipe muy enojado. 

—¿Dónde rayos estabas?

—¿Puedo entrar o montaremos un número en el pasillo del hotel?

Se mueve para que pueda pasar y cierra la puerta.

—Estaba por ahí, no fui a ninguna parte en específico. 

—Lo cual es peor. 

—Necesitaba pensar, Felipe. La carga que viene contigo es demasiado para mí. Yo sé que tus intenciones son buenas pero tienes que entender que yo estoy malditamente jodida y que no es fácil para mí. 

—Es que me sigues ocultando cosas, Meredith. No sé cómo actuar; nunca sé cómo reaccionarás. Vivo con el miedo de que salgas corriendo por la puerta y no te vuelva a ver. 

—Me ofreciste dejar todo y empezar una nueva vida con vos y no sabes cómo me gustaría poder hacerlo, pero no puedo. Esto es más fuerte que yo.

Se me quiebra la voz.

—Ya dejé todo una vez, Felipe. Y me quedé sola, no me puedo arriesgar a que me pase otra vez. Y sé que no eres como Gael pero es una herida que no cierra. Te amo y me encantaría no estar tan jodida y poder ser feliz contigo.

Se acerca a mí y seca mis lágrimas con sus pulgares.

—Déjame ayudarte, déjame ayudarte a que drenes ese dolor, déjame cuidarte. No me iré a ningún lado, Meredith. Quiero estar contigo, por favor. 

—No estoy lista.

—Hagamos algo; haz todos los trámites para irte. Si en un mes nos damos cuenta que no podemos seguir con esto, te puedes ir y empezar de nuevo. Pero no quiero que perdamos la oportunidad de estar juntos por especular. ¿Está bien? ¿Crees poder estar lista?

—No quiero perderte pero estoy tan asustada. Perdón por irme de esa forma.

—Me muero si te pasa algo por mi culpa, ¿me dejas cuidarte?

—Quiero contarte todo, sólo no estoy lista aún.

—Lo sé, preciosa. Déjate amar, Meredith. Déjame amarte.

Asiento y me besa. Nos arrastramos hasta llegar a los pies de la cama y caemos en ella. 

—Te amo tanto, no te apartes de mi lado— susurra.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora