Capítulo 51

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—Señorita Robbins, ¿se encuentra bien?— preguntó preocupado el médico— Rosa, trae un poco de alcohol. Siéntese.

Obedezco y me siento en una silla, una enfermera me pone un algodón con alcohol en la nariz y cesa el mareo. 

—¿Está mejor?

Asiento levemente. 

—Entonces, ella no está embarazada.

—No, señorita Robbins. ¿Había dicho eso? Si es así tengo que avisar en el parte psiquiátrico.

—Sí, eso dijo ella. Nos mostró una ecografía incluso. Creíamos que estaba de unas 8 semanas.

—Mire, le puedo asegurar que ni hoy ni hace 8 semanas hubo un embarazo.

—¿Por qué?— digo empezando a llorar.

—Iré a hablar con psiquiatría para que no le den el alta.

—No comprendo.

—Puede que sea un embarazo psicológico en un caso grave; en casos menos delicados puede ser una mentira. Me tengo que ir, ¿usted estará bien?

Asiento y se marcha. Me levanto con dificultad y voy hasta la habitación de Victoria. 

Me sentía confundida; estaba enojada, furiosa. ¿Cómo le diría a Felipe que no tendrá un hijo? Qué todo fue una mentira de Victoria. Yo sé que hay personas malas en este mundo, pero mentir con algo así me parecía imperdonable. No podía dejar de llorar; nos había hecho sufrir muchísimo con su mentira. 

Me dolía la cabeza de tanto pensar. Llegué a la puerta de la habitación y Lilian estaba sentada al lado de esta. Cuando me ve, pone los ojos en blanco. 

—¿No te aconseje que te retires?

La ignoro y abro lentamente la puerta de la habitación; su imagen me revolvió el estómago. Victoria estaba tendida en la cama y Felipe le hablaba a su vientre. 

—¿Ves? Déjalos ser felices— me dice Lilian detrás mío, viendo la misma escena.

Sus palabras y los últimos sucesos me llenaron de coraje y rabia. Apreté mis uñas en las palmas de mis manos hasta que dolió. Tenía que hacerlo. 

—Le estás hablando a un vientre vacío, no está embarazada.

No sabía si mis palabras realmente habían salido pero lo confirmé cuando todos dirigieron su mirada a mí. 

—¿Qué estás diciendo, Meredith?— pregunta Felipe sin expresión.

—Basta, Meredith, por favor. ¿No te das cuenta que no estoy bien? No puedes ser tan celosa y manipuladora para decirle eso.

—La única manipuladora aquí eres tú— espeto señalándola.

—Vamos, querida. Estás haciendo un papelón— me dice Lilian tirando de mi brazo para sacarme de la habitación.

Mi mirada se dirige a lo único que me importaba en este momento, Felipe tenía la mirada perdida y no reaccionaba. 

—No estoy mintiendo, no estoy celosa y no estoy manipulando a nada ni nadie. El médico me dijo que no está embarazada.

—¿Perdí a mi bebé?— pregunta Victoria con fingida sorpresa.

Felipe parece reaccionar ante esas palabras y la mira. 

—Nunca hubo un bebé, Victoria. Deja de mentir.

La desesperación aparece en su rostro e intenta sacarse las vendas de las muñecas, en un intento de seguir lastimándose. Me acerco a ella en un intento de controlarla para que no se lastime. El médico entra con dos enfermeros y me corren del lugar; le dan un calmante y nos piden que nos retiramos de la habitación. 

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora