Tenía un leve recuerdo de Felipe poniéndome un pijama mientras dormía; lo confirmé cuando desperté al otro día y estaba acostada en la cama con un pijama, en vez de estar en su regazo en el despacho y con la ropa del trabajo.
Me desperezo y miro la hora; en 20 minutos tenía que entrar al trabajo. ¿Cómo Felipe no me había despertado? Me levanto rápidamente y entro en la ducha. Me baño en 4 minutos; no había tiempo de secar mi cabello. Me visto y me dirijo al vestíbulo. Intento llamar a Felipe pero no me contesta; agarro un juego de llaves y bajo al estacionamiento a buscar un auto.
Conduzco hasta el trabajo y sólo llego 10 minutos tarde. Una vez en el trabajo, mi cabeza parece despertarse: ¿Dónde estaba Felipe? ¿Se había ido de viaje ya? ¿Por qué no desayuné?
Recibo un mensaje de Felipe:
“¿Sucedió algo?”
Ruedo los ojos ante su estúpida pregunta.
“No, sólo quería saber dónde estabas. ¿Ya te fuiste?”
Responde rápidamente:
“Aún no”
No le voy a seguir respondiendo; tenía la esperanza de que se despida de mí al menos. Pero eso no pasará. Por momentos era demasiado dulce y por otros era un idiota.
El resto de mi mañana pasa tranquila; hago el seguimiento de algunos pacientes y, finalmente, llega la hora del almuerzo.
—¿Qué quieres comer?— me pregunta Santiago cuando me siento en nuestro lugar.
—Una hamburguesa con mucho queso y papas fritas.
Él asiente un poco confundido y va a realizar las órdenes. El aire del incipiente otoño golpeaba mi cara y me reconfortaba.
—Todo tuyo— dice entregándome mi almuerzo.
—Te adoro— digo atacando a la pobre hamburguesa.
—¿A mí o a la hamburguesa?— pregunta provocando que ría.
—Ambos.
Terminamos de comer y se queda mirándome.
—¿Qué pasa?— pregunto con el ceño fruncido.
—¿Me dirás qué está pasándote estos días?
Suspiro, necesitaba hablar con Felipe. ¡Si tan sólo dejara de actuar como un idiota por 10 minutos!
—Estoy embarazada y Felipe está actuando como un idiota, entonces no puedo decírselo. Y no es fácil para mí porque hace algunos años perdí un bebé en una situación muy fea.
—¿Qué pasó?
—Tenía 17 y mis padres no querían que lo tenga. Así que me escapé con mi novio.— la voz se me quiebra como cada vez que lo recuerdo— Mis padres nos siguieron y yo choqué el auto, lo que les costó la vida a mi novio y a mi bebé.
Estaba llorando desconsolada, el dolor no cedía. Santiago me abraza pero sus brazos no me confortaban como los de Felipe. Cuando logro calmarme un poco, me separo de él y me seca las lágrimas.
—Todo estará bien— dice y me da un beso en la frente.
—Qué bonita escena— dice Felipe a mis espaldas.
Su voz me causa un escalofrío. Oh, no. No tenía fuerzas para otra pelea con él.
—¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en Madrid.
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Un nuevo camino
ChickLitMuchas veces buscamos un nuevo comienzo, el problema es que no nos damos cuenta que, para lograrlo, debemos superar las cosas que nos llevaron a buscar ese comienzo. La necesidad de encontrar algo nuevo. Parece un juego de palabras, pero es la reali...