Capítulo 22

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Era el día. Finalmente. El día de mi graduación.

Por fin, era una psicóloga.

De todos modos, no empezó de la mejor manera.

Me desperté y Felipe no estaba a mi lado. La cama se sentía vacía sin él.

Tenía una nota en la mesa de luz:

"Reunión urgente, no te quise despertar. ¿Me esperas para almorzar?"

Bufe; era temprano. Iba a tener que esperar por horas.

Tomé mi teléfono y tenía un mensaje de Laura:

"¿Desayunamos? Te acompaño a comprar un vestido para esta noche"

Suspiré. No podía dejar escapar más esto. Tenía que cerrar este capítulo de mi vida también.

Le respondo dónde nos encontraríamos y me dispongo a cambiarme.

La señora James me cruza en mi camino de salida.

—Señorita Robbins, ¿qué le gustaría desayunar?

— Le agradezco, señora James, pero voy a desayunar con una amiga.

Puso mala cara.

— El señor Mills dijo que usted no iba a querer desayunar y que le tenía que insistir.

Me quedé perpleja.

— Señora James, realmente estoy yendo a desayunar con una amiga. Le comentaré a Felipe así no se enoja con usted.

Asiente y aprieto el botón del ascensor.

Camino por las calles de Barcelona. Debo admitir que extrañaré un poco, a pesar de todo. Es el lugar que me acogió cuando más lo necesitaba.

Me encuentro con Laura en el edificio del estudio.

— Hola— saludo.

—¿Vamos?— me pregunta mientras empezamos a caminar.

—¿Cuál es la condición de todo esto?— le pregunto mientras caminamos.

— Ay, Meredith. Relájate. Es un regalo; no trae nada de condición. Cuando lleguemos hablamos bien— me responde.

Entiendo que no tengo que decirle nada más.

Avistamos una cafetería y entramos a desayunar. Pido un té con una porción de torta. Recuerdo lo que le prometí a la señora James y le mando una foto a Felipe de mi desayuno sin que Laura se de cuenta.

Aunque se estaba portando bien, sabía que no podía confiar completamente en ella.

—Bueno mira, te quiero pedir perdón. Lo del dinero se suponía que era una broma; nunca creímos que iba a terminar la policía involucrada. Eso estuvo mal así que perdón.

— Sé con qué intenciones lo hiciste. Así que dejémoslo ahí, ¿está bien?

—Tregua— dice y estira su mano.

—Tregua— aprieto su mano con la mía.

— No sé de ti hace mucho, ¿en qué estuviste?— pregunta.

—Tuve 2 ataques de pánico, uno me hizo tan mal que terminé en el hospital; me aceptaron en un trabajo en Estados Unidos y mi madre llamó porque mi hermana está embarazada.

Laura sabía porqué había abandonado Manchester, ella me había sacado de ahí.

— Ay, Mer. ¿Por qué no me llamaste? ¿Debes algo del hospital? ¿Cómo estás ahora? Debiste decirme. Yo sé que no fui la mejor últimamente pero yo te prometí que te iba a cuidar.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora