Capítulo 8

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Quiero morirme.

—¡Hazlo! Yo te ayudo.

Cállate.

—Inútil de mierda.

Dongmin suspiró pesadamente por centésima vez en lo que iba desde la mañana. Su cabeza le dolía y sentía que su estómago daba vueltas a todo momento.

Quería faltar, y por supuesto que lo habría hecho, otorgándole una hermosa y placentera excusa a su madre, sabía mentir, y muy bien.

Dongmin siempre ha sabido controlar sus emociones a su gusto, haciendo creer a las personas de su entorno que sentía algo cuando en realidad no lo hacia.

Cuando fingía estar feliz, una sonrisa suave era la opción, que no sea forzada, que sus ojos reflejen tranquilidad y que sus mejillas estén relajadas, sip, todo un experto.

Nunca se ha enojado de verdad, nunca ha dicho palabrotas enfrente de sus padres. De hecho toda su familia cree que él es el angelito de la familia. Que irá por un buen camino y que saldrá adelante con un brilla te futuro.

Se casará, tendrá un empelo estable, comprará una casa y adoptará hijos para cuidarlos por lo que le queda de vida.

Pura mierda lo que piensen.

A Dongmin no le interesaba nada de eso. ¿Amor? Él lo detestaba. Le parecía completamente inútil, al igual que los sentimientos.

Estos simplemente eran unas estúpidas cadenas que el ser humano mismo se colocó. Un ciclo sinfín de sufrimiento y desesperación pura que lo único que hace es retrasar el avance a la razón.

Los sentimientos son basura, nunca los quiso ni los querrá tener. Por eso decidió eliminarlos de su vida para siempre, creyó que le iba a costar, pero aquello sucedió más rápido de lo que imaginó. A sus cortos 12 años ya era un mentiroso por excelencia, sabiendo que expresión utilizar dependiendo de la situación, saber que palabras decir y que mirada otorgar.

Su interior era un desastre por completo, y lo sabía. Tanta rabia y enojo reprimida, tanta desesperación de mandar todo a la mierda y matarse cada mañana. Cada recuerdo de su fallecido hermano cada que veía el pequeño peluche de pikachu que conservaba en su cuarto escondido en el rincón de su armario. Había noches en las que se levantaba con el único objetivo de tomarlo entre sus brazos y apresarlo tan fuerte contra su pecho, olfateando su peculiar aroma que aún conservaba.

Gritos, peleas, lágrimas y berrinches era lo único que le venían a la menta al olerlo, pero era suficiente.

A los 13, su mirada había perdido su color por completo. EL mundo era por completo en un tono oscuro y grisáceo.

"No merezco ser feliz" Se repetía una y otra vez, y sabía el porqué. Aún recuerda las veces en las que su madre lloró por su hermano, y él simplemente mirándola a lo lejos diciendo que tan patética se veía por hacer aquello.

En el mundo hay demasiado sufrimiento como para que uno sea feliz.

Su padre engañó a su madre un año antes de la muerte de su hermano, y esta lo sabía, pero lo perdonó. Lo perdonó una y otra ves, a pesar de los golpes, a pesar de los reiterados intentos de homicidio, a pesar de los gritos e insultos, lo perdono una y otra vez.

Y Dongmin sabía eso, por eso cada que veía a su madre, le daba asco.

Sus padres siguen casados, pero separados, se encuentran juntos simplemente por los bienes. Su madre descubrió que su padre le había sido infiel nuevamente, y que solo se mantenía junto a ella por el grave estado en el que estaba su hermano. Iba a visitarlo al hospital y le pagaba la quimioterapia, hacía todo aquello, fingiendo que todo estaba bien frente a este.

Cold Feelings || [ Binwoo +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora