CAPÍTULO 8 - INCERTIDUMBRE

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La puerta se abrió de repente, dejando ingresar el cuerpo sudado del rubio, quien caminó directamente hacia la heladera para sacar una botella de agua fría. Mientras bebía del líquido, escuchó el quejido de una voz ronca. Al girar, observó el movimiento de sábanas que había en la otra cama frente a la suya.

— Mm...¿Por qué tienes que hacer tanto ruido Lucas? — se quejó el de cabello marrón, cubriendo su cabeza con una almohada.

— Ya es tarde, levántate de una vez Bogum. — dijo el rubio al volver a guardar la botella de agua en la heladera.

— No quiero. — Bogum se quitó la almohada de la cabeza y empezó a abrir poco a poco sus ojos. — ¿Saliste a correr?

— Si — respondió Lucas, dirigiéndose al armario de ropa.

— Es domingo, se supone que deberías estar durmiendo. Anoche bebimos bastante. — se sentó y apoyo su espalda en la cabecera de la cama.

— Error. Yo no estaba ebrio y tampoco llegué en la madrugada. — dijo mientras tomaba algunas de sus prendas de vestir.

— Era una fiesta. ¿Qué debía hacer? — bostezó y observó al rubio que cerraba los cajones del armario — ¿Sigues molesto por lo de Jimin?

— No empieces Bogum. 

— ¿Qué? Sólo pregunto. ¿Tan mal estuvo?

— Si fuera así es problema mío, no te metas en donde no te llaman.

— Ok, no te enojes. Si Jimin no quiere hablarte, deberías olvidarlo Lucas. Intentaste todo y...

— ¿Y eso qué? — dió unos pasos hacia la cama de Bogum.

— Bueno, sino me equivoco, fuiste tú el que cortó la relación ¿no? 

— ¡Ya lo sé! ¿Crees que me hace sentir mejor recordarlo? — giró para darle la espalda al mismo tiempo que apretaba su mano libre.

— No, pero...si no estás dispuesto a dejarlo ir, entonces has algo para recuperarlo, en vez de seguir lamentando que ya no están juntos.

— Como si fuera sencillo — murmuro el rubio.

— Sencillo no, pero...— se levantó de la cama, acercándose a Lucas.

— ¿Pero qué?

— No creo que haya alguien en el camino que te impida hacerlo.— colocó su brazo en los hombros del contrario — Sólo piénsalo Lucas — le dió una leve palmada en la espalda y se alejó para dejarlo solo.

El agua recorría su cuerpo blanco y desnudo mientras que con sus manos frotaba su rostro para quitarse el jabón. Tras unos segundos, cerro la llave del grifo y tomó una toalla para envolver su cintura. 

El castaño se colocó una camiseta blanca y un pantalón de hilo negro. Secó su cabello con la toalla y luego hizo un recorrido por la habitación para juntar su ropa sucia en un pequeño canasto.

Al salir del ascensor, entro al cuarto de lavandería. Abrió una de las puertas de las máquinas de lavado y colocó sus prendas en una. Luego insertó el detergente a una de las pequeñas gavetas y presionó los botones para que empezara a ponerse en marcha.

Apoyado sobre otra de las máquinas sin funcionar, soltó un profundo suspiro, siendo interrumpido por la voz de otra persona que ingresaba al cuarto.

— ¡Hasta que apareces Jimin-ssi! — se escuchó la voz de Jungkook.

— Kook, ¿cómo estás? — dijo observando que traía un canasto más grande, con ropa blanca.

— Ademas de preocupado por tí, supongo que no tan bien — respondió Jungkook, dejando el canasto sobre un mesada de madera — ¿Dónde te metiste anoche?

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