Parte sin título 34

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James coloca a Lucía a cuatro patas sobre la cama. Sus tobillos y sus muñecas siguen atadas entre sí y sus ojos tapados, pero los amarres le permiten colocarla como él quiere. Entonces Lucía nota como una pasta fría que él esparce desde la entrada de su vagina hasta el ano, dejando un dedo paseando en ese último lugar.

- ¿Alguna vez te han follado por aquí? –Dice mientras introduce un dedo en su culo-.

- ¡No! Y me gustaría que siguiese intacto... señor...

- No he pedido tu opinión princesa, sólo quería saber si voy a ser el primero en llenarte por ambos lados.

- ¿Qué?

Antes que pueda darse cuenta, de lo que ha querido decir y con escaso tiempo para hacerse a la idea, nota como una cosa fría se desliza por su ano, se aprieta contra ella y su impulso de expulsarlo y se introduce en su interior hasta límites insospechados.

- ¡Dios mio! -grita Lucía-.

Pero James no se detiene ahí. Roza con los dedos su aumentado clítoris y empieza a acariciarlo salvajemente, mientras observa a Lucía al borde del colapso. Antes que eso suceda, la penetra profundamente una y otra vez, mientras empuja con su abdomen la base del dilatador anal, haciendo que éste se introduzca cada vez más en su interior, al tiempo que con una mano estira de las pinzas de sus pezones y con la otra, la pinza del clítoris. Lucía no lo soporta. El placer y el dolor se confunden y la atraviesan por todas partes y ella no puede más que gritar, correrse, perder el sentido y desmayarse.

Cuando recobra la conciencia, sus articulaciones están libres y sus ojos pueden ver como James la mantiene abrazada contra su pecho, dándole su calor y acariciándole el pelo con una mirada tierna y poco frecuente en él.

- Había oído hablar de esto, pero nunca lo había visto ni vivido.

- ¿A qué te refieres? -preguntó ella-.

- A la "petite mort" ¿Te ha pasado antes?

- No... -dice avergonzada- Nunca he tenido un orgasmo de tales dimensiones...

- Me alegro ser el que te lo haya provocado... Así nunca podrás olvidarte de mí.

- Creo que podría afirmar, sin riesgo a equivocarme, que ninguna mujer que haya estado contigo, le ha resultado fácil olvidarte...

- No me interesa ninguna mujer, Lucía... Sólo me interesas tú...

Antes de acostarse a dormir juntos, James le da por fin a Lucía su pastilla del día después. Todas las veces que ese día se han regalado sus flujos internos, él ha utilizado preservativos libres de látex y además, le ha entregado unos parches anticonceptivos que, podrá ponerse cada semana, en cuanto empiece su ciclo menstrual.

- Me ha gustado mucho verte entregada Lucía... Me excita cuando me retas, pero cuando no lo haces, siento algo que no he sentido nunca antes y me cuesta pensar en que esto se acabe algún día...

- James... Sólo puedo decirte que me vuelves loca de todas las formas posibles, dentro y fuera de la alcoba...

- Lo tomaré como un cumplido –dice entre carcajadas-.

En sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora