Parte sin título 47

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Algo le decía a Lucía que tenía una llamada pendiente con James, cuando acabó la jornada de aquel día. Habían pasado tres días desde la videollamada y pese a que James se moría por hablar con ella, esperó a que era ella quien lo llamara.

- ¡Hola James! ¿Qué tal estás? -preguntó como una buena niña-. 

- ¡Oh! ¿Muy bien y tu? –Dijo con sarcasmo- ¿Hoy no es noche de chicas? ¿Hoy no te arreglas y me dejas ver a mí y     a todos tus lindos pechos?

- ¿Por qué me hablas así James?

- ¿No te gusta cómo te hablo? Pues a mí no me gusta como hablas de mí ¿Soy sólo un amigo?

- James ... Todavía no le había contado a Sandra lo nuestro y dije lo primero que se me ocurrió, pero ya lo sabe todo. Lo siento.

- ¿Y quién le has dicho qué soy? -preguntó él-.

- Pues la he dicho que eres el nieto de la mujer que cuidaba, quien me contrató y que al final hubo una relación muy intensa entre nosotros ...

- ¿Hubo?

- Bueno ... Ya no estoy allí ... -dijo ella-.

- ¿Quién soy para ti Lucía?

- No sé qué quieres que diga ...

- ¿No lo sabes? Entiendo que no soy yo quien deba decírtelo ...

- ¿Quién soy yo para ti James?

- Para mí lo eres todo, Lucía, desde la ilusión por vivir, hasta las fuerzas para levantarme de la cama. Eres quien me hace desear ser mejor; quien me hace mirar hacia un futuro en común; eres parte de mi familia y parte de mi cuerpo y de mi alma ...

Lucía le escuchaba en silencio. Lo había temido, odiado, deseado, amado ... Sin embargo ahora, lejos de su influencia, no sabía qué era lo que quedaba de él en su corazón ...

- James ... Yo ...

James se dio cuenta que desde tan lejos, Lucía ya no le pertenecía.

- ¿Has hecho algún papeleo para volver? ¿Has pedido el permiso de trabajo?

- No ... Estoy ayudando a mi familia con la vendimia. Ahora no puedo ... Ahora no quiero irme James ... He vuelto a casa, a mi tierra, con los míos. Nadie me ha reprochado nada y estoy reencontrándome con amigos ...

- Ya veo.

- Me siento tan bien aquí James ... Puedo encontrar un trabajo y seguir siendo una chica de veintinueve años; salir, disfrutar, divertirme ... Allí no podía ...

- No tendrías que cuidar de Rose. Podrías hacer lo mismo que estás haciendo ahora ...

- No, no podría hacer lo mismo y tú lo sabes ...

- No vas a volver, verdad?

- Por ahora no ... Quiero estar tranquila y pensar.

- No tienes Nada que pensar; ya lo ha decidido.

James colgó el teléfono. Las lágrimas y la impotencia le asaltaron y no podía permitir que Lucía viese el animal que desgarraba su interior para salir y destrozar todo lo que había a su alrededor. De todos los dolores que le habían provocado las mujeres, ninguno fue tan intenso como el que estaba sintiendo en ese momento preciso ... 

Cuando por fin se calmó, su cabeza analítica empezó a formular cábalas que, le ayudasen a sacarse ese desasosiego de su corazón.

- Es mía y voy a traerla de vuelta aunque tenga que traerla arrastras –dijo para sí mismo en voz alta-.

Y llamó a Henry.

- Henry necesito volar a España lo antes posible. Prepárame pasaporte, billetes y permiso de residencia o trabajo o lo que sea para traerme a Lucía conmigo. ¿Lo has entendido?

- Pero James, esos permisos deben solicitarlos ella en España. Yo no puedo hacerlos ...

- Tenemos todos sus datos, Henry. Sólo hazlo. No quiero excusas.

- Voy a intentarlo James, pero no prometo nada. Igual es más fácil un matrimonio ...

- Lo que sea necesario. Quiero traérmela conmigo.

- De acuerdo, te iré informando.

En sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora