Después de la cena y los discursos de los jefes, la música empieza a sonar y la gente deja las mesas para ir a la pista de baile. Lucía no puede evitar mirar a James, para preguntarle con la mirada qué debe hacer y él también la mira, con una luz en los ojos que ella nunca le había visto antes, pero la magia se evapora cuando Marion le coge del brazo y se lo lleva a la pista, porque los presentes no dejaban de animarlos a bailar juntos. En ese momento Lucía se pregunta a si misma qué hace allí y se arrepiente de haber accedido a asistir, pues una cosa es preparar esa fiesta y otra muy distinta es acudir a ella. James por su parte se ve casi obligado a abrir la sesión de bailes con Marion, cosa que en realidad no le apetece.
- James querido ... ¿Así que la enfermera de tu abuela? Dime una cosa ... ¿Me dijiste que estabais juntos para librarte de mí, o realmente tienes algo con ella? -pregunta Marion-.
- ¡Oh querida! Me ofende que me hagas esa pregunta. Tú sabes cuál es la respuesta... -contesta evasivamente James-.
- Aquí todo el mundo habla de ella, de lo bonita que es y de la relación tan fuera de lugar que tiene con su jefe... ¿No tienes nada qué decir? -sigue insistiendo Marion-.
- ¿Desde cuándo nos importa lo que digan los demás?
Mientras eso sucede, James no ve cómo se acerca Henry a Lucía.
- ¿Te sientes un poco fuera de lugar, verdad? -le pregunta Henry-.
- Sí, un poco... ¿Tanto se nota? -contesta Lucía-.
- La verdad es que eres como un libro abierto, pero hay que pararse a observar y la mayoría de la gente que está aquí, no es de ese estilo... -contesta Henry de manera seductora-.
- ¿Y tú sí?
- Yo me he parado a observar...
Lucía vuelve a mirar a James y le ve bailando con Marion, hablando y riendo muy animadamente, así que sigue su charla con Henry que, de momento, le parece bastante agradable.
- ¿Te apetece bailar? -le pregunta Lucía a Henry-.
- Iba a pedírtelo yo ahora mismo... -contesta él-.
Henry coge la mano de Lucía y la lleva a la otra punta del lugar donde bailan James y Marion. Algo le dice que debe mantenerse lejos de su jefe, si quiere seguir conociendo a Lucía.
- ¿A qué se dedica exactamente la empresa del Sr. Campbell? -interroga Lucía-.
- Sistemas informáticos.
- ¿Y tú qué haces allí?
- Me encargo de los asuntos fiscales, financieros y legales. Conozco cada transacción de la compañía del Sr. Campbell -contesta Henry-.
- ¿Eres su abogado?
- Me has pillado ... Veo que también te paras a observar ...
Comenzaron a bailar y por un momento Lucía puso toda su atención en ese personaje, pues le parecía como poco, intrigante. Los músicos tenían entre su repertorio música de todo tipo, para bailar sólo o en pareja. En ese momento sonó una canción de Michael Bublé, cuando sin pensarlo demasiado, Lucía se acerca más a Henry para bailar una lenta, pero alguien que, aparece tras ellos, evidentemente enfadado, lo impide.
- Henry, esta fiesta va de relacionarse con tus compañeros. Lucía ni siquiera trabaja para la compañía -dice James notablemente serio-.
- James... ¿No tiene ella nómina en Campbell Son Corporation? -contesta un agudo Henry-.
- Me has entendido perfectamente Henry. Si nos disculpas, me gustaría hablar con ella un momento.
La pelea de gallos tiene lugar frente a sus ojos, sin que Lucía pueda hacer o decir nada. James está cada vez más enojado y ciñe su territorio de una manera brutal, pero Henry, no está dispuesto a retirarse, como buen macho alfa que también es.
- Señores... Están montando una escena -les avisa ella-.
Finalmente, James le dirige una mirada fulminante a Henry y éste abandona la lucha. Después mira a Lucía, como si quisiera despedazarla; la rodea con sus brazos; la acerca a su cuerpo y comienza a bailar y a llevarla junto a él, al son de la música.
- Todos nos observan... -dice ella-.
- No me importa.
- ¿Por qué me miras así?
Al tener el vestido de Lucía toda la espalda descubierta, James posó sus dedos sobre ella y fue dibujando pequeños círculos sobre su piel, mientras su enfermera no podía más que contener la respiración.
- ¿Así cómo? -le pregunta él-.
- Como si hubiese hecho algo malo...
- ¿Y no crees que lo hayas hecho? -pregunta James con los ojos ceñidos sobre ella-. Porque me pican las manos de las terribles ganas que tengo de castigarte...
- ¡Sólo bailaba! ¿Qué se supone qué tenía que hacer? Yo no quería venir y tú no me has dado opción ¿Tu baile con Marion no es igual que el mio con Henry?
- ¡Ah! Ha sido un castigo por bailar con ella...
- ¡No! ¿Castigo? Bailar no tiene nada de malo. Sólo es que me dejaste sola y Henry me invitó a bailar. Es un hombre agradable.
- ¿Agradable? En cuanto termine esta mierda, te voy a enseñar qué es un hombre agradable...
- ¡No vas a poder controlarme durante toda la fiesta! –Dice una enojada y guerrera Lucía-. ¡Alguien reclamará tu atención y yo podré escabullirme!
- No me pongas a prueba Lucía... porque te juro que te llevo dentro y te ato lo que queda de fiesta!
- ¡No te atreverás!
James ni siquiera contestó. Agarró fuertemente la muñeca derecha de Lucía y la obligó a seguirlo hasta la casa, mientras ella intentaba frenarlo y zafarse.
- ¡Me estás haciendo daño!
- ¡Pues no te resistas!
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En sus manos
RomansTras un suceso vergonzoso, Lucía decide huir a Escocia, donde quiere empezar de nuevo. Allí encuentra un hogar y un trabajo, y empieza una relación, pero su jefe, un guapo pero trastornado hombre, se interpondrá en todos sus planes... ¿Estará prepar...