Lucía se subió corriendo al coche de David y le pidió que arrancase rápido; se imaginaba que James la sacaría de allí en cualquier momento, antes de dejarla ir.
- ¿Estás bien? -le preguntó David-.
- Sí... No me acostumbro a ver cómo vais por la izquierda... -mintió ella-.
Tardaron dos horas en llegar a Glasgow, una ciudad inquieta y contemporánea.
- ¿Qué tal tu semana? -preguntó él-.
- Horrible... pero por favor hablemos de cosas alegres.
- Bueno, pues no hablemos de cosas que han pasado, sino de cosas que van a pasar, ok?
- Ok ¿Entonces... que va a pasar hoy?
- Hoy vamos a ir a escuchar buena música y vamos a beber cerveza negra y vamos a reír y a bailar y cuando esté lo suficientemente borracho y eufórico, voy a besarte que, es en lo único que pienso desde la primera vez que te vi y tú no te apartarás y me devolverás el beso y me enseñaras como besa una auténtica celta del sur...
- ¿Todo eso va a pasar hoy? –Preguntó relajada Lucía que, ya empezaba a olvidarse de su maldito jefe-.
- ¿Apuestas algo?
Se hicieron hueco entre el gentío y comenzaron a dejarse llevar por la música. El ambiente era mágico, había hogueras, casetas de comida, bebidas y plantas medicinales... David y Lucía bailaban y sus cuerpos se atraían al ritmo celta. En efecto, la noche se encaminó de la manera que él había pronosticado. Hubo un momento que David subió al escenario, cogió el micrófono e hizo una breve presentación:
- Chicos quiero que deis un aplauso a una mujer fascinante que viene de Galicia, nuestros hermanos celtas del sur y que va a tocar la gaita para nosotros. Por favor Lucía...
Lucía no podía creérselo, pero no se hizo de rogar, subió al escenario, cogió la gaita que le ofreció un escocés y tocó una muñeira muy alegre que a la gente le encantó. Cuando descendió de la nube de aplausos, creyó ver la cara de James entre la multitud que, la miraba entre serio y sorprendido, pero era del todo imposible... Lucía se negaba a creerlo... ¿Por qué iba a estar allí?
David se acercó para ayudarla a bajar del escenario y cuando la tuvo cera, la atrajo hacia su cuerpo, rodeó su cintura y posó su boca sobra la de Lucía que, no se apartó. El beso fue lento y dulce y a ambos les pareció que se paraba el tiempo.
- Me gustas Lucía... Me gustas mucho...
- A mí también me gustas David.
- Quisiera enseñarte qué tipo de hombre soy. Aunque sólo tengo treinta años, estoy chapado a la antigua. Soy escocés, católico y quiero empezar una relación seria contigo, si tú me aceptas, claro.
- ¡Oh David! Me gustas mucho; me encanta pasar tiempo contigo y me gusta lo dulce que eres, pero...
- ¿Pero?
- Las cosas en el trabajo se están complicando mucho y estoy buscando la manera de dejar Escocia y volver a España... No puedo empezar una relación en serio contigo si sé que tarde o temprano tendremos que despedirnos...
- ¿Por qué no cambias simplemente de trabajo?
- Es complicado... Estoy en sus manos y no quiere ayudarme.
- Explícate.
Lucía le explicó todo lo que había sucedido desde que James vivía con ellas y cómo la trataba o la hablaba. Le contó la conversación con el representante de la embajada y cómo reaccionó James, al saber que ella no tenía ningún derecho legal ni manera de abandonar el país o cambiar de trabajo sin su ayuda y le confesó el miedo irracional que empezaba a tenerle, como si su lenguaje corporal hablase con su intuición y le avisase del peligro que cernía sobre ella. David la escuchó atónito.
- ¡Será hijo de perra! -gritó él-.
- No sé cómo, pero encontraré la manera de irme y cuando antes lo haga mejor... ¿Entiendes ahora?
- Sí, entiendo, pero no te dejaré sola. Yo tampoco sé cómo, pero encontraremos la manera juntos y cuando puedas irte yo me iré contigo.
- ¡Oh! ¡No puedo pedirte eso! Este es tu país, donde tienes tu vida, tu trabajo y tu familia.
- No me lo estás pidiendo. Yo no podría pedirte, después de lo que me has contado que, te quedaras aquí conmigo, así que yo elijo, ok?
- Me gustaría que las cosas fueran diferentes...
- Y a mí, pero alguien ha decidido que las cosas sean así, y a nosotros nos toca bregar con ellas. Todo saldrá bien, te lo prometo.
Empezó a caer una lluvia muy fuerte, tanto que los organizadores del festival decidieron recoger. Esta vez a Lucía no le importó el agua; con una positividad renovada, sintió la magia que había nacido entre David y ella y notó como una fuerza que la protegía de camino a casa. Estando en la puerta de la mansión Campbell, mientras se despedían, David se quitó un colgante de su cuello y se lo abrochó en el de Lucía.
- Es un amuleto de protección. No te lo quites, está cargado con un tipo de magia blanca que te mantendrá a salvo.
- No sé qué decir... Gracias...
- Mándame un mensaje todas las noches para decirme que estás bien, por favor. Y si te hace cualquier cosa me llamas, sin importar la hora ni el momento del día ¿Me has entendido?
- Entendido.
Esta vez fue ella quien se acercó a la boca de David y después de besarle suavemente, mordió de manera sensual sus labios, hasta que él los separó y ella pudo introducirle su lengua de manera pausada pero sinuosa. David no pudo evitar soltar un pequeño gemido, mientras sus manos descendían por la espalda baja de Lucía.
- ¡Buenas noches Dr. Scott!
- Soñaré contigo mi dulce Lucía.
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En sus manos
RomansaTras un suceso vergonzoso, Lucía decide huir a Escocia, donde quiere empezar de nuevo. Allí encuentra un hogar y un trabajo, y empieza una relación, pero su jefe, un guapo pero trastornado hombre, se interpondrá en todos sus planes... ¿Estará prepar...