Epílogo

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 Cuatro años después ...

 Era una mañana de mediados de octubre. El sol ya había despuntado en el cielo, pero sus rayos todavía eran un poco débiles, por eso la atmósfera era algo húmeda y fresca. Lucía salió de la casa con una taza de chocolate entre las manos. Llevaba unas botas de goma, un camisón y una chaqueta de lana amplia y calentita. Rose estaba sentada en el balancín que James había instalado en el porche el verano pasado y se mecía en él, mientras leía el último premio Planeta. El porche estaba lleno de peluches, piezas de puzzle, figuras de animales y cuentos, con los que había jugado Jaime el día anterior, pero que aún no ha recogido.

- Buenos días Rose -preguntó Lucía- ¿Qué tal?

- ¡Buenos días cariño! -contestó la anciana- Bien, aquí leyendo ¿Has descansado?

- Sí, estoy mucho mejor, gracias ¿Dónde estás los chicos?

- Creo que en el cuarto pasillo ...

- Voy a ver -dijo Lucía-.

Paseó por los caminos en los que estaban divididos los viñedos, embriagándose del típico perfume de tierra mojada, plantas, uvas y mar, hasta que divisó a un hombre espectacularmente atractivo, sin camisa, con el pelo rubio, largo y suelto que, enseñaba a un niño precioso, rubio también, cómo comprobar el estado de la uva; cortarla y echarla dentro de un cajón, con sumo cuidado. Los aromas anteriores ahora se mezclaban con la colonia infantil de Jaime y el perfume almizclado de su marido ... La felicidad en esencia pura ...

- ¡Hola mamá! -gritó Jaime desde lejos-.

- ¡Hola cariño! -contestó Lucía- ¿Qué hacéis?

- Papá me está enseñando a vendimiar y ... ¿sabes qué? ¡Me encanta!

- Me alegro que te guste cielo, porque nuestra familia tiene estos viñedos desde hace muchos años y alguien tiene que seguir cuidándolos -dijo una vez que los alcanzados-.

James sonrió al tenerla cerca, enlazó sus brazos sobre su cintura y la aproximó a él, al tiempo que la plantaba un beso en los labios.

- ¿Cómo han amanecido mis mujeres hoy? 

- Pues Vega por fin está dormida y yo ... Bueno, estoy mejor; he podido descansar un poco ... -contestó Lucía-.

  Durante ese tiempo Lucía y James consiguieron encajar sus vidas separadas, para hacer una sola en común. Del primer embarazo nació Jaime, un niño precioso, rubio, con ojos azules; muy alegre y activo que, iba creciendo rodeado de su familia y de naturaleza. Era la viva imagen de su padre, sólo que su alma era pura y limpia. Vega era su princesa, la niña de papá que, hacía escasos 5 meses había nacido. Se pasaba el día durmiendo y mamando, como es natural, pero ya se vislumbraba en ella una personalidad enérgica como la de su padre, pero con un corazón enorme como el de su madre. Además su pelo era castaño y sus ojos verdes. Quitaba el hipo de lo bonita que era y lo felices que les había hecho su llegada. James por su parte nunca había estado más contento que en esos momentos. Tenía a Lucía con él ya sus hijos. Su mirada había cambiado; su luz; su esperanza, aunque seguía being un hombre muy apasionado y algo retorcido en la cama, aunque era sólo un juego que a ellos les gustaba y que no hacía daño a nadie ... desde la distancia, viaja a Escocia dos veces al mes para velar "in situ" por su negocio. Rose había venido a vivir con ellos desde el principio, pues ni James ni Lucía podría imaginarse dejarla allí y el cambio había venido muy bien a su salud. Ya contaba con amigas en Cambados para salir por las tardes a charlar y tomar algo y por supuesto no tenía ningún problema con el idioma. Mary y Albert cuidaban de la mansión Campbell y se ocupaban de James, Lucía, Jaime y Vega cuando iban a Escocia, pero en todos los momentos que había que reunirse en familia, ellos formaban parte. Samuel y Sandra comenzaron a salir juntos poco después de la llegada de James. Ambos tenían mucho de qué hablar y empezaron a entenderse, hasta el punto que se enamoraron y estaban esperando a su primer hijo. Lucía siguió trabajando de enfermera en una residencia de mayores y viviendo en su casa de campo junto a James, Jaime y Vega y cerca tenía a sus padres, hermano, cuñada y sobrinos. Habían formado una hermosa familia y su amor no hacía más que crecer; sus almas necesitaban seguir unidas ... Ninguno quería prescindir de toda la felicidad que le ofrecía el otro y aunque su historia al principio fue un poco complicada, ellos consiguieron quedarse únicamente con las cosas buenas ... Lucía había ido a Escocia para escapar de un suceso que la avergonzaba y para empezar de nuevo, refugiándose en un hogar y en un trabajo distinto, pero jamás se preparó para todo lo que allí encontró y se llevó con ella. Un amor apasionado; un compañero de vida con el que sentirse amada, deseada, querida y protegida; dos regalos en forma de maternidad de dos niños adorables ... No sabía qué había hecho para merecer todo eso, pero estaba claro que lo defendía con uñas y dientes para conservarlo. 

En sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora