- James, es imposible -le contó Henry-. Inmigración dice que tras permanecer dos años de forma ilegal en el país, no van a autorizar su entrada ni por turismo ni por trabajo, hasta dentro de un año.
- ¿¿¿Qué??? ¿Y si hacemos un matrimonio? -preguntó angustiado-.
- Bueno, ahí la cosa también se complica ... Ella debería ir a la embajada de Reino Unido en España y formalizar los papeles. Tú deberías hacer lo mismo en la embajada española y luego con todo, lo llevaríamos al registro y la boda se podría hacer virtualmente, pero no podemos hacerlo si ella no quiere ...
- Ya veo.
- ¿Ya contestas a sus llamadas? -le preguntó Henry- ¿Habéis hablado?
- No. He estado demasiado enfadado para hablar con ella.
- ¿Y sigue llamándote?
- No...
- James ... Han pasado ya dos meses ... Si tú no la llamas y ella tampoco ... ¿Qué crees que pasará? Acabarás perdiéndola ...
- No he tenido el temple de llamarla, vale?
- Vale ... ¿Y por qué no vas? Tú sí puedes entrar como turista ...
- Bueno porque he tenido mucho trabajo en la oficina y con mi abuela ... La nueva enfermera no es como Lucía y no puedo dejarla sola con ella ...
- James ... Nadie es como Lucía ... Y si no vas a por ella la perderás y te arrepentirás toda tu vida. Tu trabajo puede hacerlo Marion y tus empleados y la enfermera nueva, aunque no te guste, puede cuidar de Rose, lleva haciéndolo durante los dos últimos meses.
- ¿Desde cuándo eres un casamentero? –Preguntó James sorprendiéndose de la cercanía que habían ganado entre los dos-.
- ¿Desde el momento que vi que te disponías a asesinarme por bailar con ella ...? -ironizó Henry-.
- ¡Y lo hubiese hecho! –Dijo James riéndose a carcajadas-.
James seguía muy enfadado con Lucía, tanto que no había querido hablar con ella durante todo ese tiempo. No podía controlar la ira y no quería decirla cosas que sabía no les llevarían a nada bueno, así que había decidido darla espacio, pero no se imaginaba que ese espacio se estaba implantando en Lucía, hasta el punto que ella ya había renunciado a él, gracias en parte a la mentira de Marion, que seguía interesada en James ...
- Buenas noches James –dijo coquetamente Marion- ¿Querías verme?
- Sí, vamos a mi despacho.
Marion subía desabotonándose la chaqueta que llevaba. Debajo sólo su ropa interior ... James entra al despacho y cierra la puerta. Marion se deshace de la levita y baja la cremallera de su falda, mientras él mira a través de la ventana, sin darse cuenta. Quiere decirla que va a marcharse durante un tiempo, pero se sorprende cuando Marion lo abraza por detrás y pasea sus manos por su entrepierna.
- ¡Oh! James ... Te deseo tanto ...
- ¡Marion! ¿Qué haces?
- ¿Tú qué crees? –dice mientras desabrocha su sujetador- Estoy aquí para ti James ... Tómame ...
- ¡No! ¡Marion! Yo ... Te llamé para hablar de trabajo –dice visiblemente contrariado-.
- Bueno ... No es la primera vez que empezamos a hablar de trabajo y acabamos en la cama, no? –Dice mientras desciende hacia abajo su tanga-.
Marion está totalmente desnuda frente a James y éste empieza un verso afectado por los toques de ella que, sigue utilizando sus manos en su pantalón, hasta que agarra el final de su corbata y lo acompaña suavemente hasta su mesa. Allí ella se sienta sobre el borde y empieza a utilizar su lengua sobre su boca, su cuello y el lóbulo de su oreja para excitarlo. Coge sus manos y las coloca sobre sus pechos y empieza a acariciarse a través de él. A James le falta poco para abrirle las piernas y colarse en su interior una y otra vez ...
Marion retira la camisa de James y acaricia su cuerpo; desabrocha sus pantalones y los retira hacia abajo, junto a sus bóxer; agarra su trasero con ambas manos y lo acerca a ella. Abre sus piernas para darle acceso y se recuesta sobre la mesa, mientras éstas abrazan la cintura de él. James no puede más que recordar a Lucía, justo en esa habitación; justo en ese escritorio y justo en esa actitud y se da cuenta que la echa tanto de menos ... Su cuerpo; su piel; su aroma; el calor que desprende; sus ojos; el enfado de verse bajo él, porque no quería excitarse, pero los gemidos que su dulce boca liberaban, porque su cuerpo sí lo deseaba ... Y así abandona su mente, para que ésta crea que está haciendo el amor con Lucía.
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En sus manos
RomantizmTras un suceso vergonzoso, Lucía decide huir a Escocia, donde quiere empezar de nuevo. Allí encuentra un hogar y un trabajo, y empieza una relación, pero su jefe, un guapo pero trastornado hombre, se interpondrá en todos sus planes... ¿Estará prepar...