DEVIL

46| Dinastía

El frío invernal comenzaba a invadir todo el mundo mágico a cada minuto. Los alumnos de Hogwarts fueron mandados a sus casas, a algunos de ellos, al mundo muggle logrando su seguridad y a los magos sangre limpia a sus casas, ocultandose de la tempestad del frío que amenazaba con matarlos.

-Ni siquiera el corazón de Tom Ryddle era tan frío como este día- soltó Victor  Ryddle mirando de reojo a su primo Draco quien tenía un semblante de preocupación en su rostro- ¿Por qué siempre tu familia tiene que ser sinónimo de problemas?

Draco se giro a verlo sin saber que contestar, sus tres dragones volaron encima de ambos hombres dando vueltas en el aire lanzando fuego por todos lados logrando una barrera entre el fuego y el frío protegiendo a la familia.

-Bueno- hablo Victor volviendo a romper el silencio- Al menos tu tienes dragones lo que nos da una gran posibilidad de vencer cualquier mal que nos amenace. Nuestra dinastía seguirá hasta el fin de los tiempos.

Draco solo asintio con la cabeza no tan seguro de ello, un extraño presentimiento se apoderó del hombre pensando que por primera vez en su vida, el gran Ryddle no tenía la razón.

-¿Por qué siempre tenemos que estar metidos en una guerra?- exclamó Jean Malfoy sin despejar sus ojos platas de la ventana observando a los dragones volar en círculos, luego quito sus ojos de los grande animales para posarlos en James Potter- Ustedes son los malditos, no nosotros.

-Estamos malditos después de todo- soltó Draco mirando el cielo- Tras la fortuna y la fama siempre llega nuestra caída.

Los tres dragones descendieron al piso y abrieron sus alas, miraron fijamente hacia el frente de formar retadora.

-¿Que pasa? ¿Por que hacen eso?- pregunto Theo y miro a Draco en busca de una respuesta.

Los tres dragones comenzaron a emitir sonidos extraños y se miraban unos a otros. Luego, el mayor de todos, Drogon, miro a su amo Draco.

-No lo sé Theo, no hablo dragoñon.

Un relámpago azul hizo que la mirada de los tres hombre se posara en el cielo oscuro, entre las nubes grisáceas una figura de alas comenzo a descender al piso. Los tres dragones de fuego comenzaron a lanzar llamas desde su boca intentando alejarlos.

Daeron y Aemon, los dos dragones de hielo llegaron hasta el piso lanzando una gran ráfaga de aire frío hacia sus contrincantes y abriendo sus alas azules. Arriba de los dos grandes dragones estaba Abraxas Malfoy con una sonrisa en su gélido rostro y a su lado, su hija, Igna.

Lily Potter abrió sus ojos con impresión al ver a la joven muy parecida a Lucifer, con la única diferencia era que la doble poseía ojos rojos.

-Crei que eras el único que tenía dragones- susurro Blaise Zabini sin mirar a Draco.

El hombre rubio miro a las dos grandes bestias enfrente de sus dragones.

-Ni siquiera sabía que existían dragones de hielo- susurro el rubio.

-¡Primo querido!- exclamó Abraxas y alzo sus brazos con alegría- Llegó la hora que tanto había añorado, el día que en que yo sería el único Malfoy.

-Crei que estaba muerto...-susurro Agatha Malfoy mirando a su primo, Draco asintió dándole la razón a su hermana mientras que Atanea, la menor de los tres Malfoy miraba con cierta maravilla aquellos dragones.

-Le pediré a papá uno- soltó Atanea y miro a su padre Lucius- ¿Me lo compras?

Lucius miro a su hija y regreso su vista al frente.

-¿Que es más poderoso?- pregunto Draco mirando a Victor Ryddle, este lo miro- ¿El frío o el calor?

El hombre frunció el ceño ante la pregunta del hombre.

-¿Por qué no los descubres?- soltó Ryddle mirando a los dos dragones azules.

-¿Vas a quedarte ahí primo querido?- soltó Abraxas desde el aire.

Draco soltó un pequeño suspiro cargado de nerviosismo y monto su dragón más grande, Drogon y se colocó en enfrente de su primo.

-Por cierto...- sonrió Abraxas mirandolo- Tu querida hija ya hablé estar muerta.

En segundos, el frío y el calor de ambos dragones se mezcló desatando una guerra entre el frío y el calor en dónde solo el mejor saldría ileso. El lugar se llenó de destellos rojos y azules iluminando los terrenos de la mansión Malfoy.