Capítulo 45. Detención.

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—Entonces… ¿todo se arregló? —me preguntó Nash mirándome fijamente.

—Así es—dije mientras daba un gran mordisco a mi sándwich.

Estábamos hablando sobre lo que había pasado ayer con M… “Harry”. Era la hora del almuerzo, y decidí platicarle todo a Nash, pues era el único amigo que tenía ahora, y era un gran consejero.

—Está bien, entonces dices que tú no le rogaste, ¿que él fue el que te lo propuso?

Lo miré con cara de pocos amigos. Terminé mi bocado y me limpié la boca con una servilleta.

—Es que no me crees ¿es eso?

Negó con la cabeza.

—No es eso, sólo que…

— ¿Crees que soy estúpida para rogarle? —me miró con cara de pocos amigos. —Dos veces—me corregí torpemente, acordándome de que la primera vez le rogué.

—Bien, cambiando de tema, ¿estudiaste para el examen de matemáticas? —preguntó dando un sorbo a su jugo.

—Sí esta vez estudié un poco, ¡pero en serio, no se me pega nada! —estampé mi cara contra la mesa.

Nash rio divertido.

Lo fulminé con la mirada, él se calló y dio un sorbo largo a su bebida; alzándome las cejas.

— ¿Te burlas de mi desgracia? —le dije exagerando de broma.

—No, no  es eso.

Silbó y miró hacia arriba.

Lo volví a fulminar con la mirada.

—Eres un grosero—le dije y me levanté bruscamente, para después corretearlo por todo el campus. Se dejó atrapar y después comenzamos a reír como locos.

Un poco antes, al hablarle sobre Harry, le enseñé al fin una foto de él, de el “antes y después”, así que ahora lo conocía bien, e incluso me dijo que se había topado muchas veces con él, cuando era nerd e incluso ayer, si ayer le hubiera enseñado la foto, si lo hubiera matado.

Nash me miró y yo a él, después la risa desapareció y se convirtió en una sonrisa cálida. Nash apartó levemente la vista de mis ojos, y miró detrás de mí. Fruncí el ceño.

Nash volvió a mirarme de nuevo, esta vez con una mueca en su boca.

— ¿Q-qué pasa? —pregunté confundida.

—Nada—frunció los labios.

Fruncí el ceño y traté de mirar atrás lentamente, pero Nash lo impidió girando mi cabeza con sus manos.

Alcé una ceja confundida.

—En serio, no es nada—repitió.

Lo miré con cara de pocos amigos, y sin que se diera cuenta di unos pasos atrás y rápidamente me giré para al fin ver lo que provocaba tanto escándalo. Lo que mis ojos vieron fue: Harry, rodeado de 4 perras rubias sarnosas, las cuales tocaban sus músculos o jugaban con su cabello.

Fulminé con la mirada esa escena. Apreté mi jugo con todas las fuerzas, lo tiré al pasto, y caminé fuertemente y rápidamente alejándome de ahí, tenía toda la cara roja y caliente, de mis orejas salían humo y tenía una cara terriblemente enojada.

—Jade, espera—escuchaba a Nash detrás de mí.

¡¿Qué diablos estaba haciendo Harry con esas putas?! ¡¿Por qué lo tocaban?! ¡Es mío!

«E-espera, ¿qué mierda acabo de decir?, acaso estoy… ¿celosa? »

Llegué hasta una mesa vacía de la cafetería y traté de relajarme.

Marcel... ¿Eres tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora