Capítulo 33 - Parte 2

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Mateo

—¡Oh, Dios mío! —exclama Sofía, cosa que me pone aún más nervioso —¡¿No usaron condón?!

Trago saliva y niego con la cabeza. Nunca se me pasó por la mente, estar con Ámbar me hace olvidarme de todo. La miro, parece estar asustada, y mucho. Tanto que parece que se le haya esfumado el alma.

—Yo... —empieza pero se calla al instante —Joder.

Se agarra el pelo más frustrada que nunca. Ella siempre fue de las que se estresan rápido pero este es otro nivel, no puedo describirlo solamente con palabras. Y la entiendo perfectamente, la idea de ser padres a los diecisiete y dieciocho años no es que sea algo muy agradable.

—Vale, vale, mantengamos la calma —Sofía agarra aire y lo suelta, cosa que me ayuda a mi también tranquilizarme —. En mi mochila tengo una prueba de embarazo, voy a ir a por ella, pero por favor, no te vuelvas loca —mira a Ámbar.

No recibe ninguna respuesta de su parte, pero igualmente sale del baño a toda velocidad en busca de la dichosa prueba. Posiciono mi mirada en Ámbar, quien no parece estar en este mundo.

—No será nada —trato de alivianar el ambiente. Ella me escucha, pero no suelta ninguna palabra. Se queda en silencio y eso me pone peor.

Unos minutos después, llega Sofía con la prueba en las manos. Antes de tendérsela a Ámbar, le explica cómo funciona y qué tiene que hacer exactamente. Deja que entre al baño cuando se asegura de que todo le haya quedado claro.

Sofía y yo nos dedicamos a esperar en silencio. Unos dos minutos después, sale con el ánimo aún por los suelos.

—Yo creo que el bebé será muy guapo —opina la enfermera, intentando animarla. Ella se da cuenta de que ha fracasado cuando Ámbar le dedica la peor de sus miradas.

—¿Puedes dejar de hablar como si existiera? No ayudas —dice frunciendo el ceño.

—Vamos, ¿qué tan malo puede ser?

—Somos dos adolescentes que ni siquiera terminaron de estudiar, ¿tú qué crees?

—Bah —le resta importancia con un gesto —, eso se puede solucionar en menos de un dí...

—Vale, ¿y qué hay del hecho de necesitar una enfermera porque no dejo de cagarla y hacerme mierda a mí misma? —escupe más para ella que para Sofía.

—Ámbar, no fue tu culpa y lo sa...

—¿De quién es sino? ¿Tuya? ¿De mis padres? ¿De Adelia? ¿De él? —suelta con voz amarga mientras me señala —No, todo es mi maldita culpa. Negarlo no sirve para nada.

—No es tu culpa —intervengo con la mandíbula tensa —. Todos pasamos por malos momentos.

—Ya, pero...

La alarma de mi celular interrumpe sus palabras. Ámbar cierra la boca y se gira enfurecida sin querer ver el resultado. Lo saco y desactivo el sonido. Ya pasaron los cinco minutos que teníamos que esperar, así que, en teoría, el resultado ya debe de estar marcado.

—Ámbar...

—No quiero verlo —me tiende la prueba boca abajo, sin girarse. Asiento agarrándola enseguida, respiro hondo antes de darle la vuelta.

Mis ojos se clavan en el jodido resultado. Mis manos de empuñan y siento cada músculo de mi cuerpo tensarse. Alejo la prueba de mi vista y me paso las manos por la cara. Intento mantener la calma respirando hondo. Me relamo los labios posicionando mi mirada en ella.

—Positivo —mascullo sin mirar a nadie.

No seas un cabrón ahora.

Conviniéndome de que esto se solucionará, dirijo mi mirada hacia Ámbar, quien está peor que yo, mucho peor. Ha palidecido tanto que me está empezando a asustar, sus ojos aún están cerrados. Sus rodillas flaquean, cayendo instantáneamente al suelo.

—¡Trae eso! —Sofía me arrebata prueba de las manos antes de que pueda agacharme a su lado.

Noto la insistente mirada de la enfermera sobre mí, así que levanto la mirada. Su ceño está fruncido y parece querer matarme con los ojos.

—¿Qué? —escupo.

—Ha dado negativo —espeta, ahora malhumorada. Señala a Ámbar reclamándome con la mirada—¡Mira cómo la has dejado a la pobre!

𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨  ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora