13 - Reescrito

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Mateo

Termino de abrocharme los pantalones cuando acabo con la chica que me había llevado a la habitación que me prestó mi amigo, el mismo que ha organizado la fiesta de esta noche.

Ella también se viste, aunque malhumorada por haberle recordado que no nos volveríamos a ver.

Salgo de la habitación algo sudado por la calor y con el torso desnudo. Bajo las escaleras de la enorme casa con una botella en manos y un porro recién prendido entre los dedos.

Cuando me abro paso entre la gente muchas chicas intentan enredarme, pero mi objetivo es fijo: Lucía. Hace días ya que le tengo ganas.

La veo a lo lejos bailando con otras chicas, que parecían sentir pero bien las canciones antiguas que estaban sonando.

Cuando estoy por alcanzarla, algo llama mi atención mucho más de lo que podría hacerlo Lucía o cualquier otra persona.

Ámbar sobre la plataforma donde estaba montado el equipo del DJ.

Por unos instantes lo único que puedo mirar es su perfecta figura cubierta por un condenado vestido que no creo que pueda lucir mejor en nadie, jamás.

Pero luego veo al tipo que tiene detrás. Es el mismo DJ, que parece decirle cosas en el oído mientras le muestra como usar esas máquinas raras con las que cautiva a la gente.

Ella simplemente sonríe, y se ríe en alguna ocasión por los comentarios de él. Evidentemente, está bajo el efecto de alguna sustancia porque ella no es tan extrovertida.

Por unos momentos tengo el impulso de ir hacia ellos y meterle un buen puñetazo a ese tipo por andar tonteando con mi prima menor, pero finalmente me controlo, sobre todo porque el teléfono vibra en mi bolsillo, anunciando una llamada de mi tía.

—¿Hola? —dice Alicia desde el otro lado de la línea.

—Hola —contesto, buscando una esquina silenciosa, aunque me cuesta porque un par de chicas tratan de meterse en mi camino, aferrándose a mí con la intención de besarme.

—Oye, siento interrumpirte —se disculpa —. Solo quería saber si Ámbar está en esa misma fiesta.

—Sí, la he visto antes —le confirmo, notando al instante como suspira aliviada.

—¿Ha bebido?

—No creo que sea bebida —murmuro, observándola con una rabia (que no comprendo) desde la esquina en la que me encuentro.

—Ay, Dios, no entiendo de dónde saca eso que se mete —no sabe lo fácil que es conseguirlo actualmente —. ¿Podrás traerla contigo cuando vengas, por favor? Para quedarme tranquila.

—Claro —suelto. Una sonrisa se me escapa sin querer en cuanto pienso que ahora Ámbar está a mi cargo.

—Te lo agradezco —me da las gracias y se despide.

Lo primero que hago cuando cuelga es sentarme en uno de los sillones de la sala mientras bebo junto a unos amigos. Minutos después una chica termina enredándome y no puedo evitar corresponderle.

Me la llevo al baño de arriba, que por un momento creo que está ocupado por la luz que se ve. Pero cuando abro la puerta, me encuentro con una no muy agradable escena.

Mi querida prima montada sobre el imbécil de antes, comiéndose la boca como si se les terminara el tiempo. Ha dejado la maldita música en reproducción automática para tirarse a mi prima, ¿puede haber un DJ peor que este?

𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨  ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora