—Si creerlo te hace sentir mejor, tú mismo—mascullo entre dientes, mirándolo sin miedo a los ojos.
—Vas con el inglés, ¿no? —le sonrío cuando noto la amargura con lo que suelta eso, omitiendo lo que me causa su cercanía.
—Llevo una semana haciéndolo, ¿pretendes impedírmelo? —pregunto con burla que ni siquiera me hace gracia.
—¿Tanto te dolió que me follara a tu hermana? —me mira con una sonrisa también. Su agarre en mi brazo se aprieta ligeramente.
—Para eso tienes que gustarme, y te aseguro que no es el caso —me río cínicamente, mi mirada lo reta y eso lo pone peor —Mateo, él único dolido pareces ser tú.
Él se tensa aún más, molesto por lo que le digo.
—No vas a ir a ninguna parte —el giro drástico que da la conversación me confunde. Me agarra de la muñeca para arrastrarme hacia no sé dónde, pero me opongo.
No pienso dejar que me impida hacer lo que quiera con quien quiera cuando él lo hace, ¿quién se cree?
—¿Te das cuenta acaso de lo que dices? —lo miro con amargura y me suelto de un tirón de su agarre —Deja de ser tan infantil y acepta que no todas enloquecen por ti, campeón.
Se para cuando el ruido de unos pasos cerca de las escaleras llega a nuestros oídos.
—Madura. Yo ya lo he hecho, te toca a ti —le susurro antes desaparecer por la puerta antes de que mi hermana aparezca.
—¿Mateo? —escucho a lo lejos mi hermana con la voz adormilada —¿Qué haces?
Sus palabras causan que tense mi mandíbula, camino rápido al garaje.
Abro la puerta del garaje con las llaves que me prestó Pedro. Seguidamente, saco la moto y cierro de nuevo.
***
Mis nudillos golpean la puerta del apartamento mientras me sobo las manos por el frío que hacía fuera. Mi ex abre con una sonrisa pícara que sinceramente me ha puesto caliente.
Me agarra de la nuca para atraerme hasta su boca y besarme con ganas. Caminamos hasta su habitación dejando mis cosas tiradas por ahí.
Nos tiramos en la cama, comienzo a deshacerme de su ropa, ansiosa y a la vez furiosa por lo último que ha pasado. Abel lleva sus manos a mi jersey para quitármelo de un tirón. Sus ojos se iluminan de deseo cuando aprecia mis pechos envueltos por un sujetador negro.
Doy una vuelta para subirme encima de él. Siempre me gustó tomar el control y dominar el momento.
Vuelvo a sus labios. Abel aprieta mi trasero, aprovechando para acercarme más a él. Su piel caliente era tentadora, mis dedos acarician sus brazos mientras con la otra mano trato de desabrochar sus pantalones.
Antes de lograrlo, la maldita puerta de la habitación se abre bruscamente, cosa que hace que me sobresalte. Todo mi cuerpo se paraliza cuando veo a Mateo mirándome con la respiración agitada. Su cuerpo destila puro enojo se vea por donde se vea.
Mierda, se ha vuelto loco. ¿Qué clase de maníaco entraría de esta forma a una casa?
Estoy comenzando a cuestionarme su cordura. La toxicidad que destila su mirada es una locura.
Abel se incorpora en la cama, me bajo de su regazo ante la filosa mirada de Mateo.
—¿Y tú quién eres? —mi primo no contesta. Sólo se acerca hacia mi ex a pasos decididos.
Se para frente Abel y lo mira como si fuera a asesinarlo antes de estampar su puño contra la cara de él, causando de inmediato que su labio inferior sangre.
ESTÁS LEYENDO
𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)
FanfictionÁmbar, que siempre ha mantenido una vida normal, recibe la noticia de que el hijo del hermanastro de su madre, es decir, su primo Mateo, va a vivir con ella por asuntos familiares. REESCRIBIENDO (probablemente muchas cosas no tengan sentido, ya que...