Otra vez llegó el lunes, supongo que la razón de que pasara tan rápido fue el hecho de que me pasara todo el día encerrada en mi habitación durmiendo. Realmente hice bien en no hacerle caso a Lucía y salir, porque necesitaba ese descanso.
Ahora mismo vuelvo a encontrarme en clase.
Bueno, en clase no tan clase, pero clase al fin y al cabo.
Con eso me refiero a que la maestra se cayó por las escaleras cuando se dirigía a nuestra clase y creo que se ha roto algo, así que la habían llevado al hospital a que la revisaran. Esa es la razón por la que tenemos tiempo libre, tiempo libre que podría utilizar perfectamente para pegarme un tiro, pero por desgracia no se puede.
Salgo de mis pensamientos al notar un fuerte perfume entrar por mis fosas nasales. Frunzo la nariz, es inevitable. Realmente es muy asfixiante.
No hay que ser un genio para saber que fue Catalina quien pasó por ahí, le gusta llamar la atención y el hecho de utilizar un perfume tan potente la ayuda bastante.
Mi mirada la sigue hasta que llega a Mateo. Se sienta a su lado, él no se da cuenta de su presencia hasta que aferra la mano en su sudadera y lo acerca a sus labios. Eso a él lo toma desprevenido, sin embargo, le sigue el beso.
Aparto la mirada cuando me doy cuenta de que no debe incumbirme ni importarme lo que hagan. Con eso en mente, decido y obligo a mi mente ignorar completamente que están ahí.
Cierro los ojos, intentando ignorar el ruido que hay a mi alrededor. Los gritos de esos simios eran terribles, no me extrañaba tener siempre dolor de cabeza.
—Diooos, ya paren un poco —una voz resuena en todo el lugar, haciendo que todos se callen de repente —. Esto no es un motel.
Abro los ojos, interesada por lo que está pasando. Se ve que por fin han decidido detener a esos dos. La mirada de rivalidad que le dedica Mateo al chico que supongo que dijo aquello da miedo.
—No te busques problemas conmigo —contesta a su comentario.
He de confesar que pocos son los que se atreven a enfrentar a Mateo, sabiendo lo que les puede hacer nadie osa a desafiarlo como lo acaba de hacer ese chico.
Aunque tenía razón, no podían venir y comerse la boca en medio del salón. Es un poco incómodo para los demás.
—No te tengo miedo —el silencio que se crea tras esas palabras es algo tenso, no para mí, sino que para el resto del salón.
Pobre del chico.
—Deberías —Mateo se levanta sin desviar sus ojos de aquel tipo. Su mirada choca con la mía cuando intenta caminar hasta el chico, quien ahora está un poco inquieto. Se para completamente, sin dejar de mirarme.
Todos lo imitan, y en pocos segundos tengo la atención de todos sobre mí. No lo entiendo, no hice nada para que me miren así.
—¿Qué? —suelto sin desviar la mirada de los ojos de mi primo.
—No te hagas la tonta —me contesta con amargura.
Su tono suena a que está pensando que fui yo quien le pidió a ese que interviniera.
Me acomodo en la silla, sin importarme todas las curiosas miradas encima de mí. Que piense lo que quiere, me da igual lo que él o su novia hagan.
Me entra y sale.
En cuanto vuelvo a alzar la mirada noto que él sigue mirándome, y ahora es el único. Inmediatamente un bufido se escapa de mi boca.
—¿Para qué me miras? —digo de mala gana.
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𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)
FanficÁmbar, que siempre ha mantenido una vida normal, recibe la noticia de que el hijo del hermanastro de su madre, es decir, su primo Mateo, va a vivir con ella por asuntos familiares. REESCRIBIENDO (probablemente muchas cosas no tengan sentido, ya que...