Capítulo 24

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Ámbar

Cuando abro los ojos, lo único que veo es el cuerpo de Abel estirado junto al mío.

Miro por la ventana, el cielo ya se está oscureciendo. Pasé toda mi tarde de viernes con mi ex, intentando olvidarme de una persona que no voy a nombrar ahora mismo. Han pasado dos semanas desde que los vi juntos, desde entonces decidí volver con él.

Necesito a alguien que me haga olvidar este tipo de cosas, simplemente aprovecho el hecho de que Abel quiera seguir teniendo algo para satisfacerme.

Ya he recuperado la movilidad casi por completo, pero debo seguir dependiendo de Sofía en temas de comida y esas cosas.

Me incorporo en la cama. Abel abre los ojos cuando escucha el chirrido que esta hace.

—Quédate —suelta con voz adormilada y su característico acento inglés.

—Tengo que irme a casa —informo poniéndome la ropa. Él asiente e inclina mi cuerpo hacia él para darme un último beso en la mejilla.

Busco con la mirada mi sudadera. Cuando la veo, me levanto de la cama para agarrarla y ponérmela.

—¿Te llevo? —Abel bosteza, cruzando los brazos tras su cabeza.

—No —termino de atarme los zapatos.

—¿Segura?

Agarro el casco de mi moto que reposa en el suelo.

Asiento y, sin más preámbulos, salgo del apartamento. Entro al ascensor y me dedico a esperar a que llegue al primer piso.

Salgo del edificio acomodándome el cabello desordenado. Ubico mi vehículo con la mirada para luego caminar hasta él y subirme encima para conducir hasta la cada de mi tío.

Unos minutos después, llego a nuestra calle, reduzco la velocidad cuando, a lo lejos, veo a Adelia acompañada de Mateo, quien lleva una expresión seria mientras mi hermana le habla animadamente.

Ignoro la rabia que me recorre.

Ellos retroceden cuando notan mi llegada. Aparco y retiro el casco de mi cabeza. El pelo se me despeina, así que sacudo mi cabeza para que vuelva a su sitio, cosa que no funciona.

—Hola —sonríe Adelia.

Les dedico una mirada sin decir nada. Es la primera vez que los veo en varios días, trato de encontrarme con sus caras.

—Hola.

Contesto, obligándome a mí misma devolverle el saludo antes de desviar la mirada de ellos y bajarme de la moto. Siento mi celular vibrar en el bolsillo de mi sudadera, pero decido no hacerle caso, Adelia es muy entrometida y sería capaz de arrebatármelo.

—¿Dónde estuviste? —mi hermana se acerca mientras arrastra a Mateo de la mano con ella. Sinceramente, no me atrevo a mirarlo a los ojos. No quiero, después de haberlo olvidado no tengo ningún interés en volver a caer.

—Por ahí —me encojo de hombros abriendo la puerta del garaje con sin mirarla.

—¿Por ahí? —sonríe, divertida. Adentro el vehículo y vuelvo a cerrar la puerta —¿No será que te estás viendo con alguien?

Nos quedamos en silencio ante sus palabras, y con todos me refiero a Mateo y yo. Adelia es la única que no se da cuenta de la tensión que surge de repente.

La miro, algo molesta por su comentario.

—No, y si ese fuera el caso, no debe incumbirte.

Su sonrisa pícara se ensancha aún más, paso de ella. Agarro el casco que había dejado en el suelo anteriormente y, sin más, me dirijo hacia la entrada de la casa. Aunque Adelia interrumpe mi camino, agarrándome del codo.

𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨  ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora