Ámbar
No sé qué tipo de don tiene Sofía, pero siempre interrumpe en los momentos más inoportunos. La observo con la peor de mis miradas.
Llevo esperando esto mucho tiempo como para que me interrumpan de esta forma.
—¿Por qué siento que me estás asesinando con los ojos? —pregunta sin evitar la sonrisa que curva sus labios.
—Vete —ordeno con seriedad. Me da rabia que me hayan jodido justo ahora.
—Vale, sólo les pi...
—¡Sofía! —me quedo sin pciencia.
—Vale, vale, cálmate —dice antes de salir por la puerta.
Miro a Mateo a mi lado, me mira aún con la respiración agitada. Paso mi pierna por su cintura, atrapo las puntas de sus hombros con mis manos.
Me le monto encima deseando sentir el bulto que su miembro forma en sus pantalones. Quiero hacerlo y me dan igual las quejas de Sofía, quiero hacerlo con él.
Mateo me besa, y yo no tardo en corresponder. Acaricia mi espalda con sus manos, baja hasta mis caderas y las aprieta con tanta fuerza que me hace gemir por las sensaciones.
Baja las tiras de mi sostén, dejando así mis pechos expuestos ante él por primera vez. Sus manos se apoderan de ellos sin dejar de besarme. Me gira en la cama, de manera que quedo debajo de él.
Parece que no soy la única dominante aquí.
Sus manos bajan hasta mis pantalones, para luego quitármelos de un tirón. Se queda un rato observándome con los ojos repletos de llamas que me queman la piel. La luz de la luna que entra por la ventana es nuestra única guía, todo está a oscuras.
Acaricia mis piernas y vuelve a mi boca con doble intensidad. La erección de su entrepierna se hace cada vez más grande y no puedo evitar la necesidad de tenerlo dentro que me invade de repente. Mis manos viajan hasta sus pantalones inconscientemente. No abandono su boca en ningún momento.
Lo único que se escucha en la habitación son nuestras respiraciones agitadas y los jadeos que sueltan nuestras bocas de vez en cuando.
Me deshago de sus pantalones bajo las sábanas, dejándolo en un bóxer negro. Mi respiración se hace pesada al darme cuenta que en verdad está sucediendo. Estoy a simples minutos de tener lo que llevo deseando durante mucho tiempo.
Me relamo los labios cuando llego a su elástico. Lo bajo y, enseguida, su erección salta a la vista. Bueno, a la vista no.
Salta... ¿al tacto?
Sí, eso, porque lo siento duro. Pensar que sólo nos separa la tela de mi ropa interior me pone el corazón a mil.
Sus manos viajan hasta el elástico de las bragas. Las baja tan lentamente que causa que me ponga aún más ansiosa. Su mirada se clava en la mía con intensidad, el aliento se me va cuando lo veo. Está igual de desesperado que yo, hasta me atrevería a decir que más. Eso es mucho.
El corazón me palpita cada vez con más fuerza.
Ahora sí, piel contra piel. Nada de ropa que nos separe. Jadeo cuando siento su miembro rozar la carne de mi vagina húmedo. Si solo el roce me pone así, ni me imagino como será sentirlo dentro, penetrándome y dejándome inválida.
Junta nuestros labios en un beso desesperado. Acaricio sus hombros y él rodea mi cintura. Mi piel quema bajo su agarre mientras unas corrientes eléctricas se apoderan de mi organismo.
Con un movimiento que no me esperaba para nada, se adentra en mí, embistiéndome de una forma que hace que mi espalda se arquee. Me penetra de una forma tan deliciosa que mis expectativas con los chicos suben al instante.
Arqueo el cuello, mordiéndome el labio para ahogar el gemido que, si hubiera dejado ir, probablemente hubiera despertado a todo el vecindario.
Su tamaño me sorprende, no lo voy a negar. Hasta ha llegado a sitios vírgenes que no sabía que tenía. Y eso me duele un poco al principio, pero enseguida se vuelve en placer.
«¿Tan pequeña la tiene Abel?»
Mateo jadea en mí oído, cosa que duplica mi calor. Me agarra las caderas para luego apretarlas contra él, hundiéndose más en mí. El maldito sabe encontrar los puntos perfectos.
Mis dientes hacen todo lo posible para ahogar los gemidos, pero es realmente inevitable.
Enrollo mis piernas por su cintura, aún bajo él.
—Me matas... —gruñe. La oscuridad de la habitación no me deja admirar su cuerpo, pero escuchándolo y sintiéndolo es más que suficiente para mí.
Empieza a soltar estocadas lentas pero a la vez bruscas. Sabe cómo hacerlo, el placer me debilita con cada penetración.
Se nota que tiene experiencia, mucha.
Llevo mi cara a su cuello. Lo muerdo cada vez que un gemido intenta salir de mi boca. Esta es una mejor forma de evadirlos, de paso saboreo su piel caliente.
—Más... —murmuro entre gemidos. Mateo sonríe levemente, estuvo esperando esa palabra para aumentar la intensidad de sus embestidas. No quiso hacerlo por miedo a hacerme daño.
El choque de nuestros cuerpos se escucha por toda la habitación y, seguramente, alguna que otra parte de la casa. Pero eso ahora mismo me da igual. Me da absolutamente igual.
Sólo me centro en él.
Está sudado, igual que yo. Sus manos me agarran firmemente. Sus manos se ven demasiado sexys sobre mi piel, me gusta cómo queda con la suya.
Me relamo los labios cuando lo siento cerca. Ya casi...
Mateo parece notarlo, porque lanza una última estocada. Sus manos se quedan quietas, pero la fuerza que ejercen sobre mis caderas es impresionante. Impresionante y placentera, mucho.
Arqueo mi cuello, soltando un largo gemido cuando Mateo toca mi punto G. Me tapo la boca con las manos, procurando eliminar el ruido que suelta. Cierro los ojos fuertemente, disfrutando del orgasmo que hace que mi cuerpo reaccione involuntariamente.
Mi orgasmo arrasa también con el de Mateo. Se corre dentro de mí, gimo contra su cuello cuando siento el líquido caliente que suelta. Mateo gruñe con los ojos cerrados, su frente descansa sobre mi hombro mientras él disfruta su eyaculación.
Ahora nuestras respiraciones irregulares son lo único que se escuchan en toda la habitación.
Mateo abre los ojos, dejándose caer a mi lado, sin despegar sus ojos de los míos. Algo brilla en ellos, y, de la nada, las ganas de sonreír me invaden.
Sí, sonreír. Pero las reprimo al instante.
Me pongo su camiseta y él sus bóxers. Vuelve a su lugar para luego rodearme con los brazos. Rodeo su cintura con una pierna y paso un brazo por su pecho, dejando mi cabeza descansar sobre él.
—Mierda, eso estuvo increíble —su corazón palpita fuertemente y eso sólo hace que el mío lo imite.
Acabo de tener el mejor orgasmo de mi vida.
Cierro los ojos, acariciando su pecho con mis dedos. Su piel sigue caliente y eso aumenta mis ganas de repetir. Las ignoro, el cansancio me puede.
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ES MI PRIMERA ESCENA ERÓTICA, NO ME CULPEN D:
Díganme las cosas que debería de mejorar, por favor no se callen :)
Un saludito para mis lectoras fantasmas JAJAKAJ
Otro saludito para mis lectoras no tan fantasmas
Y otro saludito más para mis lectoras vivas
Último saludito para las lectoras que están aquí desde que empecé
Y un besito y abrazito para todas :)
Bueno, hora de comenzar el capítulo 29, nos vemos bbys
Las quiero a todas <3
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𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)
FanfictionÁmbar, que siempre ha mantenido una vida normal, recibe la noticia de que el hijo del hermanastro de su madre, es decir, su primo Mateo, va a vivir con ella por asuntos familiares. REESCRIBIENDO (probablemente muchas cosas no tengan sentido, ya que...