Mateo
Ámbar me observa algo desconcertada por el repentino cambio.
—¿Qué...? —la confusión en su voz es muy evidente.
—Quítatelo —repito, tratando de ignorar la erección que crece cada que la miro —. Quiero ver cómo lo haces.
Entreabre los labios, sin entender exactamente por qué le pido esto justamente ahora.
—Quítatelo —vuelvo a repetir.
Esta vez sí que hace caso. Dirige su mano directamente al broche del sujetador. Hace algo extraño con sus dedos que le permite abrirlo con una facilidad sorprendente.
Ámbar desvía sus ojos a mi erección, causando que al instante se relama los labios. Se queda quieta durante unos instantes, sin hacer nada más que observar atentamente lo que puede llegar a provocar en mí físicamente.
—Mírame —exijo cuando me invade la necesidad de perderme en su mirada. Ella obedece después de unos segundos de un silencio cargado de tensión sexual. Muerde su labio inferior, causando que mis ojos se desvíen por unos milisegundos.
No despega su mirada de la mía y eso realmente me tiene loco.
Aún no se ha quitado el sujetador, cosa que hace que me impaciente considerablemente. Vuelvo a acercarme a ella cuando siento que ya no puedo arrancar más. Rompo la distancia entre nuestros cuerpos, cosa que nos encanta a los dos.
Dirijo mi mano a la prenda que evita que pueda apreciar los perfectos pechos de Ámbar. Se la quito de un tirón, dejandola casi desnuda. solo faltan las bragas.
Ámbar expane su sonrisa cuando ms ojos recaen en sus senos. Dejo de respirar por unos instantes, mi boca se entreabre ligeramente y estoy totalmente seguro de que mis ojos se oscurecieron totalmente.
Siempre que veo su cuerpo, se siente como si fuera la primera vez. Mis manos se clavan en su cintura, como si fuera a escaparse en cualquier momento. Con cada segundo que pasa, mi respiración se vuelve más pesada.
Junto bruscamente la boca de Ámbar con la mía, volviendo a disfrutar de su calidez. Ella atrapa mi cuello entre sus manos, aprovechando para tocar mi piel. Hago que se suba encima de mi regazo, sin dejar de devorarnos las bocas mutuamente. Nuestra desesperación es una clara evidencia de las ganas que nos tenemos.
Siempre fue así.
Mis manos se deslizan por su piel, apresurándose en alcanzar su trasero. La palmas de mis manos atrapan sus nalgas, las aprieto con fuerza, escuchando los gemidos que Ámbar suelta al sentir mi enorme erección contra su entrepierna. Gruño ante tal cosa, adoro su voz y aún más cuando gime.
—Joder, Ámbar —murmuro, mordiendo su labio, mientras mis manos se centran en sus finas bragas. No quiero gastar mucho tiempo en ellas, así que hago lo mismo que hice con el vestido; destrozarlas.
Ámbar suelta una leve risa, cosa que se me hace lo más sexy que he escuchado en mi vida.
—Impaciente... —susurra, volviendo a mis labios.
No puedo pensar bien teniéndola encima de mí sin nada que tape su cuerpo, estando desnuda es realmente imposible.
—Eres una jodida diosa —le recuerdo por enésima vez. Ella no contesta, aunque sé que le han gustado mis palabras por lo rápido que está latiendo su corazón.Ámbar baja la mirada, clavándola en mis pantalones —los cuales me están comenzando a molestar—. Sus manos viajan a ellos, con la intención de quitarlos del medio.
Los baja lentamente. Siento que no puedo más, es demasiada la concentración de sangre en el mismo lugar. El bóxer parece que va a explotar en cualquier momento, y si a eso le sumamos la mirada de Ámbar...
ESTÁS LEYENDO
𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)
FanfictionÁmbar, que siempre ha mantenido una vida normal, recibe la noticia de que el hijo del hermanastro de su madre, es decir, su primo Mateo, va a vivir con ella por asuntos familiares. REESCRIBIENDO (probablemente muchas cosas no tengan sentido, ya que...