Capítulo 36

1K 77 4
                                    

—Cállate, ¿quieres? —cierro la boca por completo.

Vale, ahora mismo me siento ridículamente ridícula. ¿Cómo mierda se me ocurre?

Puede que para ti sea algo estúpido, pero para mí no lo es. ¿Cómo es posible que me importe menos lo que me pase que el hecho de acabe con lo que tenemos?

—No... —lamo mis labios —No, esto no.

—¿No qué, Ámbar? —me agarra de la mandíbula, y no precisamente con suavidad —¿Lo hubieras hecho por cualquiera?

Él sabe que nunca le impido a nadie irse. Si quieren salir de mi vida, que salgan.

Pero él...

—Sí —miento a la hora de contestarle —. No significas nada, simplemente me gusta cómo lo hacemos.

—¿Nada? ¿Eso es lo que soy para ti? —sonríe como si le hiciera gracia que le haya dicho que no es nadie en mi vida.

—Mateo no... —me corto a mí misma —. Mierda, sabes que esto sólo es sexo.

—Ah —su expresión se vuelve sombría —. Claro, sólo sexo.

Las palabras no se dignan a salir de mi boca, él sólo aprieta los labios mirándome fijamente. Se queda así durante unos segundos antes de posar sus manos en mis hombros y hacerme a un lado.

—Bien.

Sale del cubículo sin siquiera mirarme. Rápidamente, lo sigo. Ha malinterpretado mi silencio.

¿Acaso sólo sé mandar todo a la mierda? ¿Qué pasa conmigo?

Podría haberlo dicho de una forma menos... dura.

Intento alcanzarlo, pero para ese momento él ya está entrando de nuevo a la clase. Hago lo mismo, sin más remedio. Veo cómo se dirige hasta el sitio en el que estábamos sentados, agarra su mochila y vuelve a intentar salir. Me interpongo en su camino cuando intenta irse.

—Espera —no me hace caso. Intenta esquivarme pero le pongo las manos en el pecho, evitándolo. Sus ojos se encuentran con los míos, dejándome ver la furia en ellos.
Algunas miradas curiosas están sobre nosotros, pero no le doy importancia.

Justo antes de que pueda seguir hablando, la profesora de matemáticas entra. Mateo se marcha sin mirar a nadie. Miro a la profesora con una mueca.

—No me encuentro muy bien —finjo dolof.

—Oh... —me mira apenada. Todos los profesores fueron informados sobre mi situación, así que tienen que comprenderlo quieran o no —Puedes ir a tomar el aire afuera o irte a casa, si lo ves necesario.

Asiento.

Salgo de la clase. Cuando cierro la puerta me pongo a correr por los pasillos, con la esperanza de encontrarlo. Pero no, no está por ninguna parte.

Resoplo.

La he cagado de nuevo.

Salgo del centro, rumbo a casa.

~

Suspiro tirándome en la cama.

Otro día más ignorada.

Mateo no me ha ni dirigido la mirada en lo que quedaba de la semana. Intenté hablar con él varias veces, pero todas han sido un fracaso total.

Todos estos días estuvo volviendo a altas horas de la noche y casi ni se ha presentado en la escuela. Me preocupa lo que sea que haga ahí afuera.

Estoy sola en casa y me estoy agobiando demasiado. Nunca imaginé que se podía necesitar a alguien con tanta intensidad, y menos si hablamos de Mateo. No sé cómo ni cuándo, sólo sé que no soporto estar sin él.

𝐓𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨  ‖ Trueno (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora