180 Grados - Tzuyu & Tú.

Capítulo ciento sesenta y cinco

Celebridad

— ¿Cuántas veces nos han parado ya? — Preguntó la mamá de Tzuyu, luego de que se sacará fotos por quizá séptima vez en el día.

—Es increíble como él parece un chico del campo de visita— Me señaló de pies a cabeza su papá, dando cero sospechas en todas esas veces.

Quien conocía a Tzuyu, me conocía a mi tambien, y ni pizca de que alguien pensara en mi en ese momento.

—Al principio pensé que era estúpido y llamaba más la atención que pasar desapercibido, pero todo mundo lo está ignorando y pensando que es del campo— Opinó su hermano, sintiéndome ofendido por que me llamó estúpido y que mi disfraz era más de campo que pescador.

—Siempre haces algo y te sale bien pero de otra forma, es sorprendente— Opinó ahora Tzuyu.

Llevaba tapabocas por suerte, así no veían que me estaba poniendo triste.

Seguimos caminando por todo el palacio y su jardín, llevándome una vibra muy a Kyoto.

Caminé un poco más separado y justo encontré un cartel que decía en inglés. "El Kyoto De Taiwán" y allí entendí todo.

Quería integrarme a los otros una vez más, pero no los encontraba por ninguna parte, así que me quedé mirando a los peces Koi de la fuente principal.

De un momento a otro llegaron un par de chicas, poniéndose a mi lado, pero ignorandome fuertemente.

Tanto así importaba la clase rural en una ciudad asiática.

—Miralo, parece toda una deidad— Dijo una fuerte. —Aunque tiene mucho que no lanza una canción en chino— Se le acercó otra viendo su celular.

—Ojala que pronto vuelva a decolorarse el cabello a gris, le queda mejor— Me estaba empezando a dar curiosidad.

Me acerqué discretamente y vi que eran fotos de mi de las que hablaban. Cuando por fin pude ver con claridad, ellas me notaron espiando.

—Creo que pronto se teñirá de gris y sacará cosas en chino— Dije sonriendo, aunque no podían verlo.

Todas me miraron raro, a lo que solo me quité el sombrero de paja, dejando ver mi cabello y volviendo a ponermelo antes de que alguien pensara rápido.

— ¡Aquí estabas! — Sentí como alguien me jalaba con fuerza del brazo. Volteé viendo a Tzuyu molesta, luego miré a las chicas y si no había quedado muy claro, les hice una señal con mi dedo para que hicieran silencio.

Además justo con la mano dónde llevaba un anillo desde hacía años.

—No deberías de hablar con nadie, menos con chicas jóvenes— Siguió jalandome.

—Siempre se puede silenciar con dinero— Respondí riéndome por su actitud.

Ella paró en seco. —No me gusta que hables con chicas jóvenes, menos de aquí, todo el mundo te conoce, deberías de tener más cuidado— Me miró realmente enojada.

—Bien, bien, no voy a decir nada a nadie— Intenté tranquilizarla.

Aunque pese a su obvia razón de no tener otro escándalo juntos, menos de tal magnitud, en su tono y expresión notaba celos. Y no precisamente pocos.

Pasamos el día viendo los alrededores, parando de vez en cuando por Tzuyu.

—Me gustaría saber cuántas veces me detendrían a mi sí pudiera mostrarme— Dije una vez volvimos a tener curso.

—Podrás hacerlo sin tanto problema en las próximas premiaciones en Taipéi— Respondió Tzuyu.

— ¿Competencia? — Insinué. —Te escucho— Nos paramos todos una vez más. —Si me detienen cuarenta veces, el doble que hoy, gano yo— Propuse.

—Acepto, ¿Cuál es el premio si gano yo? — Preguntó. — ¿Qué cosa quieres? — Pregunté yo en respuesta.

—Quiero que salgas conmigo por un dia entero vestido y maquillado de mujer— Dijo, pero en coreano.

—Bien, ese será, si gano yo, quiero… — Empecé a pensar. —Quiero que me ayudes a limpiar mi casa todo un día— Propuse.

—Ehh… — Se puso nerviosa de pronto. — ¿Pasa algo? — Pregunté notando tal cambio. — ¡Nada nada! — Negó con sus manos. —Acepto— Respondió a mi petición.

—Entonces está hecho, recuerda está apuesta— Coloqué mi mano en señal de trato.

La apretó, sellando la apuesta por fin.

— ¿Qué dijeron? — Preguntaron todos. —Es un secreto— Nos miramos para decir eso a la vez.

Seguimos caminando, cayendo la noche y acercándonos a un mercado callejero de comida.

—No hay nada aquí hecho de insectos ¿no? — Pregunté preocupado.

Me dijeron que había de todo, pero que por consideración, solo me darían carnes de animales comunes.