Capítulo ciento veintiocho

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Arrebol

— ¿Estás bien? — Sentí un golpe leve en un hombro. Volteé hacia dónde había recibido aquel estímulo. —Llevas cómo cinco minutos viendo el espejo sin hacer nada más— Explicó Chan. —Lo siento… solo estaba en una utopía en mi… cabeza— Sonreí falsamente. — ¿Utopía? — Preguntó él.

—Un mundo perfecto qué nunca va a existir— Detallé. —Lo sé, se que es una utopía, pero… ¿Tú en una utopía? — Cerró en incógnita. —Pensé que tú vida ya era suficientemente buena así— Se preguntó. Hice un muy leve movimiento con una sonrisa que era obvia a donde iba. —Oh… entiendo ahora— Básicamente había visto a donde yo hacía un rato en el espejo.

—Que tú creas la mentira que estoy creando para todos significa que me estoy volviendo buen actor— Dije en el mismo volúmen pero en inglés para disimular, aunque Felix obviamente lo entendió ya que al estar sentados sin nada que hacer mientras preparaban todo, estaba al tanto de nuestra conversación.

— ¿Tan mala es tu vida? — Preguntó ahora el otro australiano. —Cualquiera diría que las de nosotros son peores… — Siguió Chan en inglés. —Quizá, pero cuando batallas contra tu propia mente junto con este estilo de vida es como si caminarás por clavos o algo así— Terminé bromeando al decir tal barbaridad de la nada.

Hablamos otro rato hasta que el programa por fin empezó, siendo yo el presentador de cada grupo en su sección.

Cómo no podía bailar o cantar me dieron solo el trabajo de hablar.

La realidad era tan desigual a mi sueño distópico como el agua del aceite, ni pizca de mezclarse en algún momento.

Al finalizar por fin todas las grabaciones me dispuse a ir al baño a chequear mis vendas y quitarme un poco todo el maquillaje y además, ponerme ropa de hombre por fin.

Nunca había enseñado tantas piernas y me daba demasiado frío por mí falta de grasa.

Casi al llegar al baño sentí un pequeño jalón. Volteé viendo directamente a Sana.

— ¿Estás bien? — Me cuestionó mirando a mi estómago. —Ahm… si, supongo— Rellené intentando evitar el contacto.

Por suerte no me molestó más y me dejó entrar en el baño, donde al quitarme las vendas me di cuenta de que habían pequeñas manchas de sangre, quizá por haber reído tanto me causé aquello.

Simplemente cambié de vendas y me coloqué otra ropa más cómoda y menos reveladora.

Salí del baño y tal como película de karate de los ochentas, tenía a un grupo entero esperándome fuera del baño, aunque en vez de dejarme más mal parado, para preguntarme muchas cosas.

Me tomé una foto con casi todo el equipo de mantenimiento del edificio y por fin podría decir que estaba libre.

Me dirigí al estudio para comprobar los trabajos de todos, e indagando un poco me di cuenta de que había una cantidad considerable de canciones nuevas, por lo visto tenían el sello personal del otro productor de la compañía, ya que yo no era el único.

Aunque solo eran demás de poco menos de un minuto y sin más que una base de "la la la" en cada nota que tenían las vocales.

Muy diferente a mi concepto de llegar, ir de golpe a menos de tres ediciones y sacar directamente una composición y letra perfecta.

Aunque algunas demos eran realmente buenas, tampoco es como si pudiera categorizar de que grupo serían, o de si siquiera iban a ser usadas, lo que sabía es que no me iban a necesitar por un tiempo.

Y aunque no me emocionaba trabajar, también me estaba sintiendo muy inútil.

Un tanto deprimido ya, empecé a caminar hacia mi lugar de relajación dentro de la empresa, o bueno, en sus dominios pero no como tal dentro.

Tomé el ascensor, llegando al último piso, luego unos pocos escalones que si que me costaron y ya estaba siendo golpeado por los incesantes vientos invernales.

De haber sido mi yo de hacia unos meses por mí costumbre de no andar con mucho abrigo, me estaría congelando, pero desde que estoy incluso por debajo del umbral coreano de peso moría de frío, por ende siempre estaba muy abrigado.

— ¡¿Cómo puedes no morirte del frío?! — Escuché un grito desde la puerta por dónde había entrado. — ¡Llevo mucho encima, estoy bien! — Grité en respuesta, aunque después detalle que era Jihyo.

Abrió la puerta enteramente y caminó hacia mi, sentándose de inmediato e intentado ni sucumbir en el frío ayudándose ella misma.

— ¿Cómo me encuentras siempre? — Pregunté. —Pareces más mi líder de grupo que Soobin— Bromeé. —Le pregunté al de seguridad, vieron las cámaras y me avisaron después— Respondió dando toda la explicación de cómo siempre sabían mi ubicación.

— ¿Tienes problemas en tus ojos? — Preguntó, ya que los estaba entrecerrando demasiado. —No, el frío me hace llorar— Aunque parecía y sonaba raro, en mi caso era verdad.

— ¿No es por algo… o alguien? — Preguntó mirándome más de cerca. —Pareces mi mamá… — Volteé a verla y sonreí recordando aquellos días. —Y no, no estoy acostumbrado, aunque apenas entramos en esa etapa del atardecer— Volteé a ver las nubes.

— ¿Cuál? — Preguntó ella. —Para mi y mis dos idiomas primarios, las lenguas asiáticas siempre son interesantes en cuanto a palabras muy exactas para cosas exactas, pero mi idioma materno tiene una para aquello— Señalé las nubes tiñendose de rojas. —Se llama "arrebol" que es cuando las nubes se vuelven rojas por los rayos del sol— Sonreí al sacar un dato tan casi inútil.

180 Grados - Tzuyu & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora