Capítulo ciento sesenta y ocho

199 40 1
                                    


Lucidez




Ambos caímos en la cama, ella encima de mi.

No se apoyó en cama, simplemente se dejó caer en mi pecho como forma de estar a mi nivel mientras aún estábamos besándonos.

Sin poder aguantar mucho más las ganas, mis manos empezaron a desvariar por su cuerpo, poco a poco estaba recobrando las memorias de lo perfecta que era su figura.

Ella tampoco se quedó muy detrás, de hecho, iba más allá que yo, metiendo su mano por debajo de mi camiseta.

Siempre hacia referencias a lo fría que podía llegar a ser, pero tanto su mano, como piel estaban ardiendo.

Mientras tanto, aún seguían sonando explosiones de los fuegos artificiales.

Ella se notaba mucho más ansiosa que yo, moviendo más rápido su mano.

En un momento dado entre tanto movimiento de nuestros cuerpos, pudo sentir como yo también estaba ansioso.

Cosa que aparentemente, la volvió loca, de un momento a otro sacando su mano de debajo de mi camiseta, dejando de besarme para besar mi cuello, y recolocando su mano encima de mi pantalón.

Debido a que era mi zona débil, estaba haciendo conmigo lo que ella quería.

Luego de un rato de toquetear jugando por encima, se cansó, desabrochando mi pantalón de un tirón, dándole vía libre para hacer aún más cosas.

Si ya de por sí Taiwán era calida, esa habitación estaba incendiándose.

No sabría decir quién tenía mayor temperatura, o qué más específicamente.

Dejó de besar mi cuello, para volver a mi boca, dejándome oportunidad ahora a mi.

Con la misma facilidad que ella desabrochó mi pantalón, yo lo hice con su sujetador, quitándolo recién salió.

En ese momento empecé a hacer tomar toda mi mano molde, está vez me guardaría la imagen mental, antes no sabía cuándo sería la última vez, quizá está lo sea.

Mientras yo jugaba con la parte de arriba, ella estaba entretenida subiendo y bajando su mano, en parte, viéndome reaccionar a ella, otra parte haciéndome sufrir.

Cómo estaba un poco cansado de estar siendo más su juguete personal, decidí usar la poca fuerza que había ganado, volteando la situación, y a ella en el proceso.

Sentí que me sobraba ropa en esa situación, así que solo me quité mi camiseta, ella copiándolo instantáneamente.

Ciertas veces me molestaba la forma en la que copiándome era siempre mejor que yo, pero esta vez me estaba alegrando de que fuera mejor que yo en eso.

Viendo por primera vez su cuerpo sin tanta ropa, me lancé hacia ella, poniéndola debajo de mi, besándola en el cuello justo como ella me lo había hecho a mí.

—Me lo debes— Susurré, yendo a su oreja por un segundo antes de bajar mi mano hacia su entrepierna, ignorando cualquier capa de ropa.

Sintiendo más cosas de las que había sentido con cualquier otra persona en el proceso.

Pese a mi trauma por culpa de Sana, puedo recordar explícitamente cada detalle, y puedo decir, que la diferencia es astronómica.

Me limité a hacer círculos suaves, lo que me permitiera la poca movilidad disponible.

Pero aún así podía sentir cada vibración y contracción de su cuerpo a medida que pasaba por ciertas zonas, aprendiendo sobre la marcha dónde debo de enfocarme y dónde no tanto.

Poco a poco encontré su punto más débil de todos, y quizá, el más obvio también.

Proseguí con lo que antes, pero más enfocado allí, atenuando mi ritmo. Por suerte era música y sabía con que intervalo hacerlo, ayudando aún más a hacer que tuviera más movimientos involuntarios.

Sentí como pasó su mano por mi pecho, luego como en uno de esos tantos movimientos, recobró el control, dándole a mi pierna, punto de equilibrio, un golpe que me hizo caer, aprovechando ella para voltearme en el aire antes de caer.

Estando ella sentada encima de mi, sacó mi mano de dónde la tenía, subió más la falda que traía puesta, además de bajar un poco mi ropa.

Y empezó a menearse justo donde ella quería, con el toque de ambos puntos más débiles.

Cuándo se cansó de solo verme y escucharme, se lanzó a besarme, dándonos más posibilidades aún.

Por su parte, ella seguía moviéndose en el punto exacto, por el mío, podía tocar aún más y usar mi poca fuerza para ayudarla en su misión.

Pese a que ambos aún teníamos ropa, podíamos sentir perfectamente como estaba el otro, era demasiado obvio.

La que primero terminó, fue ella, justo con sus contracciones, provocando la misma reacción en mi.

Una vez hecho eso, se recostó a un lado, escuchando cómo ambas respiraciones estaban arritmicas y rápidas.

Cuándo recobré el aire, miré en su dirección, encontrando a una Tzuyu mirándome como si fuera la cosa más etérea del mundo.

Como si al dormirse fuera a desaparecer por siempre.

Al notar que me di cuenta de eso, se acercó más a mi, lentamente, se apoyó en mi cuerpo, dándome un último beso para dormir encima de mi.

180 Grados - Tzuyu & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora