Capítulo ciento noventa y tres

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Initium

No era un sueño, en lo más mínimo, lo había comprobado. Incluso, las cartas seguían allí.

Seguí el día tal cual había pasado, a diferencia de que, agilicé todo, compré el apartamento ese mismo día, o al menos, la cita estaba programado para el día posterior.

Poco a poco, la noche llegó, lente, inclemente, pasar dos veces por el mismo infierno, tierra y cielo sonaba gracioso considerado el nombre que tenían.

Pero tan pronto como recién lo recordaba, llegó, repitiendo lo mismo que dijo, hiriendome de la misma manera aún teniendo en mente tan frescas sus cartas.

Tenía pensado actuar, pero no fué necesario todo era real, con la única diferencia que el dolor no fué tan duradero, una vez que ingieres un veneno, adquieres inmunidad a sus efectos.

Había caminado por tanto dolor que mis pies les daba igual.

Salí de allí, en el mismo punto, tomé un taxi y fuí a casa de Eunwoo, evitando una anécdota muy horrible.

Una semana después, todo siguió su rumbo.

Me senté al lado del ventanal, viendo la aplicación de mensajería, y dolía estar ya acostumbrado a hablarnos diario, volver a esa oscura etapa.

Tenía que despertarme un poco de esa pesadilla, todo estará bien, lo había visto, así pasó.

Lo sabemos los dos, estará bien, aunque sus memorias se hayan ido.

Aunque mi cuerpo muera de dolor, mis pies encontrarán el camino.

Tocaron la puerta, sin saber que pasaría, ya cambié demasiadas cosas sin darme cuenta.

Miré por el pequeño cristal, siendo Eunwoo. Lo dejé pasar sin más.

—Wow… — Soltó mientras iba pasando. —Es más grande que en las fotos— Dije, caminando detrás de él.

Asintió. —No pensé que realmente te fueras a mudar— Dijo sorprendido. —Amabas todo de esa casa— Aclaró su sorpresa. —Algunas cosas tienen que cambiar, hay mucho allá que de momento no quiero recordar— Sonreí falsamente.

— ¿Estas seguro? — Volvió a preguntar, a lo que asentí. —Quería sorprénderte con algo… pero ya tienes de todo y no sabía que podría traer— Dió una vuelta mientras decía eso.

—Puedes traerme un pastel— Pedí. —Eso haré— Me señaló en forma de buena idea. —Tienes suerte que estos días estoy más libre, en dos días no podré siquiera ver mi celular— Explicó.

Entendiendo el porqué de que aquella vez no viniera.

Nos despedimos, dejándome con un miedo ahora, qué tanto el efecto mariposa tendría efecto ahora.

Qué pasaría si me acercaba a Tzuyu más que lo que había hecho antes.

Mentiría si digo que no quisiera simplemente salir corriendo a sus brazos, pero a la vez quería hacerme un poco el díficil.

Aunque lo único díficil será no ir corriendo a besarla recién la vea, más sabiendo su sufrimiento.

Aunque quizá arruine mucho al hacer eso. No quería ver unos créditos finales luego de un final amargo.

Si algo podía tener seguro es que está vez, cada cosa que hiciera o dijera, no estaría sin escucharse.

Una vez más, concordamos contratos con la nueva compañía, comencé mi travesía hacia la herida, está vez, no tenía que actuar mi felicidad, lo era, no estaba actuando, estaba feliz de estar con los chicos.

Algo bueno fué estar en los ISAACs sin tener cien kilos de miradas, al menos, no de mala manera, y podía tener tranquilidad de que le estaba gustando a Tzuyu, pese a las mismas palabras de Sana.

Y de hecho, en el mismo momento de la salvada, justo calculé para estar mucho más cerca de Tzuyu, y eso pasó, quedando a quince centímetros en cuanto a tema rostros.

Y una vez entendido su pensamiento, el que se haya puesto tan nerviosa fué inclusive tierno.

Eso sí, el día del accidente planeé todo, o bueno, eso quería pensar.

El plan era que Yeonjun no me clavara quince centímetros de metal en el estómago, el problema es que lo hizo en la pierna ahora, y una vez más, lo salve de una noche en la cárcel.

Pero el punto era que, no saldría de gira.

Y aún así, fuí obligado a las operaciones estéticas.

Y el lado bueno de tener inútil un pie y no tu organismo, es que sigues podiendo hacer vida, aunque una vez más, me visitaron casi todos.

Sana y sus intenciones no cambiaron, lo que si, fué mi fuerza, y negarme a siquiera se quedase una hora en casa.

Quité parte de lo peor de la carta.

Y algo de aquellas cartas era los padres de Tzuyu, volvieron a visitarme, ahora especificando que vinieron por mi, luego por ella, ya que estaría libre, e incluso me invitaron a una comida con los padres de Jihyo además, tal parecía se empezaron a llevar mejor.

Usé todo el tiempo libre para rehacer mi trayectoria musical, y lo bueno de mi mente es que lo hice todo, un año y más en una semana, el otro tiempo fué para jugar y transmitir.

Lo demás, para prepararme para aquello.

180 Grados - Tzuyu & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora