Capítulo ciento diez.

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Entramiento

—Levántate, no puedes estar cansado aún, es muy poco— Regañó Rocky. —Llevamos una hora entrenando, si es demasiado— Le respondí en posición de estrella de mar en el suelo, reconfortante suelo.

—Tiene razón, usualmente practicamos dos horas mínimo y seis máximo antes de los regresos— Me miró EunWoo. —No quiero ser idol— Expresé con un llanto falso.

—Es lo que más quieres, por eso aún no te has ido con Suyeon— Dijo de la nada JinJin. —Bueno, eso es un punto— Me levanté y senté.

— ¡Ya sé! — Exclamó Rocky. —Si nos logras seguir el ritmo y haces toda la coreografía con nosotros podrás darle un beso a SanHa y EunWoo— Propuso él.

Los demás que no eran los mencionados se emocionaron también, incluido yo.

Me levanté rápido y empecé a hacer calentamientos, para luego de otro hora haberles seguido muy de cerca el ritmo. —Aunque solo tienes entrenando con nosotros cuatro meses, pasaste de bailar muy mal a casi igualarnos, felicitaciones, ahora ve a besar a aquellos dos— Me felicitó y volteó para ir con otros dos.

—Perdonen mi fanatismo, pero quiero hacer esto— Me acerqué a EunWoo, dándole un beso en la mejilla, a lo que todos empezaron a saltar y correr.

Luego me acerqué a SanHa, me coloqué delante de él, volteó su cabeza para hacer lo mismo, pero justo en el momento que estaba a punto de besar su mejilla MJ lo recolocó a la fuerza, besándonos en los labios por una fracción de segundo.

Todos empezaron a gritar como locos, más aún el afectado, yo solo estaba en shock viendo el peso, ya que me había dejado caer.

— ¡Ese fué mi primer beso! — Exclamó el enojado maknae a MJ.

Luego de un rato, nos calmamos, y volvimos a practicar, siendo yo el miembro no oficial de Astro, ya que con cada regreso me obligaban a aprender sus coreografías y cantarlas a la vez algunas ves, incluso, una vez se enfermó EunWoo antes de una presentación y lo suplí en la práctica mientras lo ayudaban con eso.

— ¡Allí no! — Regañó la líder. — ¿Hice algo mal? — Pregunté ya que no entendí que dijo, solo entendí el tono de regaño.

Luego me tomaron del brazo y me movieron a otra posición, y me indicaron que allí empezara.

Colocaron la canción y empezamos a hacer la coreografía, viéndose una drástica evolución en mi.

Pero aunque me movía notablemente mejor, aún no controlaba la fuerza que ponía y resultaba en el doble de cansancio para mí.

— ¿Estás bien? — Preguntó Suyeon viéndome casi muerto en el suelo. —Me duele… el alma— Respondí, a lo que ella se sentó a mi lado, y súbitamente me dió un golpe fuerte en el estómago, haciéndome saltar y sentarme de golpe.

—Ahora si te duele—  Dijo mientras me empezaba a retorcer del dolor.

Mientras controlaba mis ganas de vomitar, empecé a rodar un poco para distribuir el dolor, o al menos eso quería creer y convencer a mi cabeza.

Lentamente podía enderezarme sin sentir tanto dolor. — ¿Y eso por qué? — Pregunté ofendido. —Querías que te doliera el alma… bueno, yo solo ayudé— Respondió sin más ella.

—Me voy, ya practiqué mucho— Me levanté con ganas de realmente irme. Coloqué mi mano derecha de apoyo para levantarme pero cuando tomé el impulso sentí como alguien me la quitó a la fuerza haciéndome caer de golpe al piso, aunque sin dolor, algo amortiguó el golpe. — ¡Duele! — Exclamó Suyeon mientras yo la veía desde el piso.

Luego quitó su mano y empezó a sobarla por un segundo.

Me volví a sentar, pero me acerqué a ella está vez.

—Ya estamos en paz— Expresó con una cara de arrepentimiento. —Si quitases estos momentos de golpes aleatorios, sería perfecto… — Tomé su mano, rápidamente me acerqué y la besé colocando a mi pasó mi otra mano en su mejilla.

— ¡Hagan eso a solas! — Exclamó alguien. Nos despegamos al segundo.

Luego seguimos entrenando en paz, además el descanso había sido beneficioso.

Pese a que casi se me escapa el alma con aquel golpetazo.

Seguimos unas cuantas horas así, perfeccionando mis movimientos femeninos en gran medida.

Al final del día, al menos de forma laboral, estaba listo para irme, pero una persona me detuvo, siendo la líder.

— ¿Tienes planes? — Preguntó sosteniendo mi suéter con su mano. —No, realmente no… mis únicos amigos son ustedes, y bueno, tiempo nunca tienen— Me volteé viéndola de frente.

— ¿Quieres ir al estudio un rato más? — Preguntó animada. A lo que asentí siguiéndole la emoción.

— ¿Quién se sienta en el piano? — Pregunté, debido a que la silla era pequeña.

Me jaló un poco, me señaló que me sentase, y eso hice. Luego ella se sentó en mis piernas. —No creo que te moleste, te conoces muy bien las teclas para molestarte con mi cuerpo— Volteó viéndome, y solo le confirme lo que dijo con un abrazo.

Luego empezamos a tocar el piano entre ambos y en solitario de vez en cuando, sin palabras de por medio, solo música y dos pares de manos que sabían lo que tocaban.

180 Grados - Tzuyu & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora