Capítulo 19

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Estaba con Ariel, viendo la tele. Mi perrita tenía siempre la costumbre de estar acostaba sobre mi abdomen para que le acariciara la espalda.

—Eres una floja— divertida, Ariel estaba bien acurrucada. En eso se levanta rápidamente y se va a la ventana —¿Que escuchaste Ariel?— con una sonrisa, abrí mis cortinas y ahí estaba Zaid con una sonrisa sentado sobre una de sus concentraciones de magia.

—Hola muñequita— me extendió la mano para que me sentara a su lado— también le traje su lugar a Ariel — ahí estaba otra proyección de magia, encerró a mi Ariel y la perrita se acostó en esta.

—Me has sorprendido— tome su mano y salte a su lado —¿Que tienes planeado para esta noche?— le pregunte tímidamente, pues él había tomado mi mano haciendo que nuestros dedos se entrelazaron.

—Bueno, te enseñaré un lugar en el bosque que conociéndote te va a gustar mucho — besando mi mejilla, sonreí de manera automática — Y hay una cena, que yo mismo prepare en mi departamento ¿te agrada el plan muñequita?—

—Me encanta —me recargue en su hombro, quisiera decir que estaba mirando el camino los inmensos bosques de Deiley. Pero mentiría, estaba idiotizada, creo que esa es la palabra correcta. Con él, no era mi culpa que se viera casi perfecto con la luz de la luna.

—¿Que tanto miras, preciosa muñequita?—  desvíe mi mirada sonrojada.

—La luna, se ve bonita — me excuse y llegamos al suelo —¿Que es eso que se escucha? — pregunte curiosa.

—Esas son luciérnagas, mira lo que encontré — me llevo de la mano y encontré un hermoso árbol frondoso lleno de luces verdes. —Se ven hermosos, lo encontré la otra noche cuando estaba recorriendo el área y quise compartir este bonito paisaje contigo.—

—Es hermoso — le dije con una sonrisa, en eso la imagen mas tierna cruzó mi vista Ariel persiguiendo y ladrándole a las luciérnagas.

Nos sentamos en las raíces de un árbol para disfrutar la luz de las luciérnagas, el sonido de los árboles, realmente me encantaba, este tipo de cosas.

Volteo hacia la persona que me estaba abrazando.

—No puedo creer que estoy pasando este tipo de momentos contigo — le confesé y me abrazo más a él.

—Quiero ser partícipe de cada parte de tu vida muñequita — acariciando mi mejilla, nos acercamos poco a poco— claro si tú me lo permites —

—Si quiero— observe sus labios para ver después sus ojos— además, ya formas parte de mi vida Zaid y no quiero que te vuelvas a ir —le respondí ya sintiendo nuestros labios rozar, nos volvimos a besar.

Me encantaba ese hombre, nos besábamos con libertad, estábamos en el bosque donde nadie nos veía o juzgaba.

—No podría alejarme de ti nunca más, mi muñequita— me seguía sosteniendo la cintura y mis brazos seguían cómodamente rodeando su cuello.

—Que bueno que lo dices, porque yo tampoco podría estar lejos de ti—observe como su sonrisa se ensanchó. Tomó una de mis manos para besar el dorso de la misma.

—Me siento muy afortunado —comenzamos a caminar al departamento de Zaid.  — espero que te guste, lo que cocine. No soy experto, pero hice mi esfuerzo — explicaba mientras llevaba la correa de Ariel.

—Eso es lo que cuenta — le di un beso en la mejilla.

—¡Ey! Dámelo bien muñequita— se quejo y  me acerco a él — mucho mejor — besándonos suavemente.

Me acorralo en la esquina de las escaleras, me estaba volviendo adicta a sus labios y estos cada vez, me dejaban con ganas de más.

—Zaid — salió de mis labios junto con un suspiro, al sentir como sus labios  bajaban a mis mejillas y posteriormente recorrer mi cuello, eran caricias que nunca había sentido y que me encantaban.

—Mi mate, mi muñequita— se atrevió a decirlo, al fin Zaid Weisz aceptaba ese vínculo que teníamos. Me cargo para que me acomodara en su cintura.  Eso pasó en cuestión de segundos, pero un cubetazo de moralidad me golpeó.

—Zaid, no— con las mejillas todas rojas, me separe de él aún con la adrenalina corriendo por todo mi ser — aún no es el momento y aquí no es el lugar— explique y observe su mirada, era azul.

—Lo entiendo muñequita, perdóname— me beso la frente y me dio un abrazo, era tan comprensivo conmigo — sera como tú  quieras y cuando tú quieras — el mujeriego, el todas mías, Zaid Weisz. Se estaba comportando como un caballero conmigo.

Cargue a Ariel, que ya estaba agotada de tanto caminar y pelearse con luciérnagas — la cargas como bebé ¿sabías? — me dijo él.

—Así la acostumbre a dormir conmigo cuando estaba bebé y se le quedó — le expliqué mientras Ariel bostezaba.

—Ahorita le damos agua, hizo demasiado ejercicio —

Cuando Zaid abrió la puerta encontró un camino de velas, que conducía a su cuarto.

—¿Hiciste esto?— extrañada Romina, Zaid negó.

—Yo no he hecho nada, solo tengo la comida en el refri— explico rápidamente, en eso se escucho una voz desde la habitación de Zaid.

—Mi lobito hermoso— era la voz sedosa de Calipso que Romina y Zaid identificaron— quiero recordar esas noches, que pasamos juntos cuando teníamos 19. Me has estado evitando —Romina se estaba mordiendo los labios, tratando de no llorar.

Cuando aparece Calipso, en una bata de seda que no dejaba nada a la imaginación. —Romy, ¿qué haces aquí amiga? Te dije que vendría a buscar a Zaid—

—Calipso ¿Que haces en mi casa?— visiblemente consternado y hasta furioso, Zaid .

—No los interrumpo, solo pasaba por aquí a saludar — se dio la vuelta la Decanini, sin mirar a Zaid.—Nos vemos después — esas últimas palabras le salieron con la poca fuerza de voluntad que tenía.

En cuanto salió del territorio de Deiley, Romina dejó caer sus lágrimas mientras seguía abrazada a su Ariel.  Tomó su celular y le marcó a su papá.

—¿Papá? Hola, te aviso que tengo que ir a la ciudad celestial, para que no te preocupas por mi — limpiándose las lágrimas. — si no te preocupes, en cuanto me desocupe yo regreso a la casa. Te amo papá.

Déjame volar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora