Capítulo 37

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Romina tenía a su escuadrón de arcángeles, estaba entrenándolos, su división a cargo era A3. Los entrenaba siempre a las 5 de la mañana.

—Muy bien chicos, recuerden que aunque ya no hemos salido de misión, los quiero fuertes para cualquier situación — los 6 ángeles asintieron, Romina ya tenia el puesto de arcángel.

—Volviste temprano— le dijo James desde el marco de la puerta, con una taza de té en las manos — ten linda— se la entrego, la chica bebió un poco.

—Eres un amor, James — el arcángel le dio un suave beso, la chica sonrío. — Me tengo que ir —interrumpiendo las suaves caricias que le proporcionaba el arcángel.

—Pero quiero seguir intentando mandar cartitas a la cigüeña— la chica se sonrojó.

—Se lleva tiempo, sabes que no es a la primera—ya llevaban unos meses intentándolo. Esa era uno de los principales motivos por el cual, ella ya no podía ni debía pensar en Zaid. Estaba tratando de construir una familia con James, el ser que siempre ha estado con ella, que no la ha hecho sufrir, que se merecería todo, en opinión de la azabache.

—Ya quiero a mi mini Romina corriendo por toda la casa — estaba muy ilusionado el arcángel.

—¿Y si es un mini James?— le pregunto mientras desayunaban ambos.

—Lo amare sea como sea, como a ti — le dio un beso. Al terminar de desayunar, la chica llegó a ese pueblo de Europa.

—¡Weisz! —estaba harta, ya había estado tocando un buen rato la puerta. Así que la abrió de una manera "amable" no había nadie en la habitación.

El ser en su interior se revolvió de gusto, había rastros de magia. La chica palideció, era una ciudad llena de hechiceros con magia negra.

"El idiota se vino a meter a un lugar lleno de sus enemigos mágicos" pensé preocupada al mismo tiempo que salía del hotel. Algo en su interior se movió, estaba preocupada por Zaid.

Desperté a mi loba, para que me guiara donde estaba su mate, comencé a recorrer los pastizales de una vieja ruta.

—Veamos quien se cansa primero— escuche una voz femenina, mire horrorizada desde un árbol, eran varias brujas, tenían amarrado a Zaid contra otro viejo árbol. Estaba golpeado.

—Me temo que serás tú— tenía una capa de magia que lo protegía. Aparecí saltando del árbol —muñequita, estás aquí —me sonrio débilmente y me llene de enojo, al verlo tan lastimado "¿Cómo se atrevían a lastimarlo?"

—¿Qué haces? — al ver que les quite las pociones—Por fin acabaremos con el último miembro de ese clan de magia, odioso — las miré mal.

—Nadie— tirando las pociones al suelo, ya estaba saliendo el aura del ser en mi interior, era una sensación de poder y destrucción, pocas veces lograba enojarme tanto —lo va a tocar o lastimar— me quite los guantes de piel negros, no solo era el ser en mi interior, sino también mi loba y vampira.

—¿Qué eres?— tome a las dos brujas que habían estado lastimando a Zaid, las agarre del cuello y las eleve en los aires. Solo quería verlas reducidas en cenizas, en menos de 5 minutos cayeron al piso ambas sin vida.

Se convirtieron en cenizas.

—Eres un monstruo— me gritaba una de ellas, lanzándome pociones que ardían. Yo solo me acerqué a Zaid, le acaricié la mejilla.

—¿Te encuentras bien? -llorando, no me gustaba verlo lastimado, me dolía mucho verlo así— lamento todo esto, estás lastimado y sangrando—lo desate rápidamente, Zaid me abrazo.

—Estoy bien muñequita, tú me salvaste la vida—me recargue en su hombro y sentí como nos volvían a lanzar sus pociones

—No te vayas a asustar por lo que voy a hacer— le susurro y él me acaricio mi cabello.

—Nunca mi amor—me sonroje, otra vez me volví a perder en su mirada "no podía estar pasando de nuevo" en eso una de esas pociones me saco de mi burbuja.

—Monstruo— me separé de Zaid con enojo.

—Para tú ventaja aún no lo soy, pero si siguen lanzándome pociones si lo haré— saque mi daga, Zaid ya estaba a lado mío —descansa, yo me encargo Zaid—ahí fue cuando saqué ese enojo en mi interior ese ser que estaba deseoso por salir. Una capa de humo negro salió de mis manos, las envolvieron todas y terminaron reducidas en cenizas en cuestión de segundos y un par de gritos más tarde.

Hasta que una capa de magia amarilla me cubrió, devolviéndome mi estado de control y tranquilidad.

—Lo hiciste muy bien — recargado en el mismo árbol, tomando su costado, si que estaba muy mal.

—Te llevare al pueblo — dije viendo su sangre — cúbrete con tu magia, tu sangre es tentadora para mí— le dije estaba casi segura que mis ojos eran bicolor.

—Vamos se que tienes que beber sangre, esa magia te debe dejar agotada—

—No lo voy a hacer — le dije y lo lleve volando a mi lado— ahora trata de hacer presión en esa herida en lo que llegamos al hotel —

—No estoy tan mal muñequita, no te preocupes—lo llevaba con sumo cuidado a su habitación.

—No seas mentiroso Weisz, estás sangrando — lo acomode en su habitación.

—¡Ey! Ya era Zaid, me volviste a llamar Weisz— lo senté en el sillón de la habitación, negué mirandolo mal.

— Me preocupas entiéndelo—pedí el botiquín de primeros auxilios, le quite la camisa y comencé a limpiarle esa herida, en su región abdominal.

—No puedo creer que estás aquí conmigo — me acaricio la mejilla.

Terminando de ponerle unas vendas— no quiero que estes en esta ciudad— le dije con sinceridad —te pueden hacer daño.—

—Amor yo vengo a ayudarte, estoy encantado de estar contigo, después de
12 años. Que no nos vemos— estábamos demasiado, cerca.

—Deja de llamarme así—

—No lo voy a dejar de hacer nunca, porque aunque pasen 100 años, serás siempre mi amor— volví a sentir sus labios, tarde unos segundos en reaccionar, traté de quitarme, pero me sostuvo de la cintura resistiéndose a ese rechazo.

Termine cediendo, sus labios seguían siendo mi perdición.

Déjame volar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora