Capítulo 40

530 66 7
                                    

—¿Tenemos que protegerlo a él?— preguntaba James algo fastidiando con el asunto, Zaid alzó las manos en señal de rendición.

—Es el último de los hechiceros con esta magia, tenemos que protegerlo — habló Mateo sentado en el escritorio de Norte.

—¿Y que va a pasar con mi mamá? Ella también es una hechicera—Romina estaba seria mirando el suelo, en cuanto hablaron de su madrina, alzó la vista.

—Tú papá se encargará de cuidarla, ya lo puse al tanto de la situación —Mateo le entrego a Zaid un carnet — por el momento te convertirás en ciudadano de la ciudad celestial—

—Me siento como un animal en peligro de extinción— confeso tomando el carnet.

—Lo eres Weisz—hablo por primera vez Romina, con la misma seriedad, estaba preocupada por Zaid.

Días más tarde en el supermercado, Mateo y Romina hacían las compras.

—¿Estas segura que no te afecta que esté aquí?— estaban en el pasillo de los cereales.

—Para nada, él puede hacer lo que quiera, no me afecta en nada — distraída echando al carrito, unas sopas.

—Me sorprendes Minita— siguieron caminando por los pasillos,hasta que ella se detuvo, sus mejillas se tornaron rojas. El causante de tal impresión, Zaid Weisz en el mismo pasillo comprando lo básico.

—Mateo — el hijo de Norte lo saludó con una sonrisa, se acercó a Romina y le besó el dorso de la mano — Hola mi muñequita hermosa —sus miradas se conectaron y sonrieron.

—Hola Weisz— atinó a decir Romina, él siguió su camino —¿Qué estás haciendo Mateo?— su amigo estaba viendo el reloj.

—Fueron 10 minutos del "no me afecta en nada"  — imitando la voz de la chica. —quede como payaso al creerte —

—¡Cállate Mateo! — ella toda roja del rostro, el arcángel se carcajeaba.

4 semanas habían pasado desde que Zaid estaba en la ciudad celestial, al principio era muy incomodo toparnos en los pasillos o los entrenamientos, hasta que me di cuenta que no me estaba presionando, no nada, solo estaba a mi lado apoyándome en todo.

La incomodidad fue disminuyendo, con forme Zaid se integraba de nuevo a mi vida, era como si formara parte de ella, aunque no lo quiera admitir.

—Ándale muñequita, aquí está — me entrego su postre, un pastel de chocolate.

—Sabes como convencerme de que no haya entrenamiento a las 5 de la mañana—estábamos desayunando en la torre, donde entrenábamos.

—No tengo problemas con entrenar contigo muñequita, pero a esa hora, prefiero verte nada más —otra vez me empezaba a sentir en confianza con él — ¿Por qué entrenas a esas horas?—

—Porque no controlo el humo negro que sale de mi, si entreno a esa hora. Todavía es de noche, mis soldados no lo perciben y no se asustan —

—No deberían de tenerte miedo— me acariciaba mis manos, mientras delineaba las venas que resaltaban por su color negro — yo te sigo viendo como la misma mujer hermosa y justa de siempre — me sonroje.

—Tengo un hechicero malvado en el interior. Que aparte disfrutaría matarte, ya me lo ha dicho —alce la ceja.

—Eso te vuelve aún más interesante de lo que eres—me guiño el ojo — porque lo has controlado, sino, mira que ya me hubieras podido matar— estaba comiendo el pastel de chocolate— en Irlanda pudiste aprovechar para matarme— sonrio de lado— aunque de otra forma si me mataste — me guiño el ojo, casi me ahogaba, tomé rápidamente mi vaso con agua.

—Weisz tú no sabes el significado de la palabra discreción —me dedico una de sus sonrisas.

—Pero mi amor, me encanto. Ya hasta me gustó como me llamas por mi apellido—me sonroje y no lo podía controlar.

—Tengo que ir ya a la junta con los 24– salí del comedor, el siempre me acompañaba a la sala de juntas.

—¿Por qué no puedo ir con ustedes a las misiones?— pregunto con curiosidad.

—Estas en peligro de extinción de una manera muy literal, no te voy a arriesgar—

—Me encanta que te preocupes por mi, pero me siento inútil no poder ayudar en algo, me siento en cautiverio—Iba a protestar, pero me dejo en la puerta del salón de los 24, con un beso en la frente.

—Este hombre — suspire rendida y entre a continuar con mi trabajo. Fue una mañana tranquila, pero al último el olor de la sangre de varias criaturas de Athikus, vi a los guardianes, habían tenido una misión difícil venían todos manchados.

Salí corriendo al baño que estaba a final del pasillo, vomite mi desayuno.

—¿Romina?— era James preocupado entrando al baño conmigo — cariño ¿estás bien? —fui al lavabo para echarme agua en el rostro.

—Si, si, solo me maree— agradecí que me trajera agua. — sabes que me da asco algunos tipos de sangre—bebiendo agua.

—Pues si Mina, pero no para que te vengas corriendo al baño para vomitar— suspiró y me acarició la mejilla— Mina has estado muy rara estas semanas, estás más delicada con la sangre, duermes más, estás más perezosa, parece como si...—me levanto en brazos, me llevo corriendo por todos los pasillos de la Torre.

—¿A donde me llevas James? — sosteniéndome de su cuello, Calipso ya nos estaba siguiendo.

—¿Estas bien Romina? Te ves algo pálida—preguntó Calipso a nuestro lado, asentí. Zaid que estaba platicando con unos soldados al verme, supongo que no tenía tan buena cara, porque comenzó a seguirnos.

Llegamos al cuarto de sanación, me dejo en una de las mesas y empezó a hacer una plegaria, no sabía cuál era.

—James me estás asustando —el rubio estaba haciendo una plegaria.

—¿Qué ocurrió muñequita?— Zaid puso su mano en mi frente para ver si detectaba fiebre o algo. —¿Te hicieron algo? —

—Vomite por el olor a sangre que traían los guardianes— le expliqué— pero estoy bien, James esta exagerando.  —

—Lo sabia— gritaba James emocionado, me besó y me cargó en el aire — vamos a ser papás—

—¿Qué?— en shock, me enmudecí, se me fue la presión.

—Estas embarazada —mire a Zaid estaba igual que yo. Me separé de James, no me sentía bien.

—Sostenme que caigo— le dije a Mateo que había llegado, el arcángel así lo hizo, llegó justo a tiempo cuando empecé a perder de vista a todos y desconectarme de esta realidad.

Déjame volar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora