Capítulo 13.

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La alarma de su celular comenzó a sonar, buscó su celular con pereza en la mesa de noche y la apagó, el reloj marcaba las 6:30 am.

Cassandra aún seguía abrazada a Emma, su cuerpo ni se inmutó con el sonido de la alarma, las facciones de su rostro estaban tan tranquilas, no había nada que la atormentara, sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios estaban tan rosados.

Se veía como un ángel durmiendo plácidamente.

La rubia se acercó a ella nuevamente y la abrazó, colocó su cabeza en su pecho y podía sentir su respiración tan tranquila, y sus manos estaban calientes.

Hace mucho no había dormido tan bien.

—¿Soy muy cómoda?— La voz de Cassandra estaba tan roca y Emma al escucharla recién levantada le parecía tan excitante.

—Bastante a decir verdad.— Dijo la ojiazul y tocó su abdomen, se notaba que hacía ejercicio, y más al tocar su abdomen y sentir lo marcado que estaba.

Cassandra sonrió y luego besó su cabeza, se levantó con cuidado y se quedó un rato sentada en la cama.

—¿Pasa algo?— Preguntó Emma al ver a Cassandra mirando por la ventana tan distante.

—Quiero hacerte el amor.— Dijo Cassandra.

La ojiverde se volteó para verla, y esos ojos verdes brillaban tanto, su color era tan intenso y perfecto, que podía intimidar o enamorar a cualquiera que esté en su vista.

—No me esperaba eso.— Susurró la rubia sintiendo como sus mejillas se calentaban.

Cassandra sonrió de una manera tan típica de ella, esa sonrisa sarcástica y malévola que la desquiciaba, pero por primera vez esa sonrisa perversa y hambrienta le gustaba, le excitaba, la quemaba por dentro.

Su mirada verdosa la tenía a su merced, la miraba tan intensamente que sentía corrientes por todo su cuerpo, sintiendo como su entrepierna se mojaba.

—Cassandra.— Susurró Emma con dificultad.

La ojiverde se colocó frente a ella y simplemente se quedó mirándola con deseo, pero con tanta maldad que la volvía loca.

Emma suspiró, estaba excitada bastante excitada.

—Tócate.— Ordenó.

Su cuerpo estaba obedeciendo las palabras de Cassandra, estaba totalmente a su merced, introdujo su mano en su entrepierna y se tocó, estaba tan mojada, sus dedos comenzaron a moverse y cerró sus ojos sintiendo el placer que se daba.

Pero luego los abrió y la miró.

Cassandra había borrado su sonrisa, estaba ahí viendo cada movimiento de la rubia, su mirada estaba tan penetrante y profunda, que mientras más la veía su excitación crecía y crecía.

—Dios.— Murmuró entre cortada.

—Bájate el short.— La voz de Cassandra era tan posesiva y firme.

Emma jamás se había sentido así, jamás se había sentido a merced de nadie, y jamás una mirada la excitaba de tal manera al punto de tener que masturbarse.

Se bajó el short quedando completamente desnuda de la cintura para abajo delante de Cassandra, la miró y esa maldita mirada era un enigma, sus labios estaban más rojos, se mordía tanto la mandíbula que su quijada estaba tan marcada, sus ojos verdes tenían un destello de azul en ellos.

Los movimientos de Emma comenzaron a ser con más rapidez, su boca se abrió un poco y sus gemidos aumentaron.

—Necesito que me cojas.— Susurró entre gemidos la rubia.

En tú mirada (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora