Capítulo 23.

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Cassandra miró una última vez más a Harper, quién tenía los labios llenos de sangre y una sonrisa desquiciada en ella.

—Eres inteligente, sabrás cuál será la mejor opción.—Dijo la empresaria y Cassandra sólo cerró la puerta y se dirigió a la salida.

Sus nudillos estaban rotos y podía sentir como las lágrimas bajaban por su rostro, su corazón comenzó a doler, y sólo siguió caminando a la entrada, pero la voz de Emma la interrumpió.

—¿Cassandra?— Su voz sonó confundida y suave.

La ojiverde se limpió sus lágrimas y tomó una fuerte respiración, se acomodó su atuendo rápidamente, y se volteó.

Emma la veía confundida, pero al verla sintió como su cuerpo poco a poco se calmaba, los ojos verdes de Cassandra estaban rojos, y su labio temblaba.

—Vine a verte.— Murmuró Cassandra.

Su voz sonó áspera y Emma se acercó a ella lentamente, al estar al frente de ella acarició su mejilla y la besó.

—¿Quieres irte de aquí?— Preguntó Emma.

Cassandra asintió y se marcharon de la mansión. La ojiverde manejaba sin rumbo alguno, el silencio se hizo presente en ellas, y Emma sólo la veía de refilón.

—¿Pasa algo?— Preguntó Emma.

—Sólo me duele el pecho, pero estoy bien.— Dijo.— ¿Tienes hambre?

Emma negó y miró a la ojiverde, colocó su mano encima de la de ella y la acarició, se dió cuenta de sus nudillos rotos, pero no quiso preguntar nada, sabía que ella no diría nada al respecto.

—¿Vamos al lugar qué te dije?— Preguntó Emma.

La ojiverde se estacionó en algún sitio y luego miró a Emma fijamente.

—Son las 6:20 pm, ¿Segura qué quieres ir?— Preguntó Cassandra.

Emma asintió y luego abrió la guantera y vió el arma de Cassandra.

—Muy segura.— Dijo la rubia viéndola y Cassandra asintió.

Emma colocó la dirección en el gps de la ojiverde, y ella se dispuso a manejar hasta el destino. El camino era largo, y manejó por una hora y media, antes de entrar a un camino lleno de árboles, había una casa de vigilante, y se detuvo.

Un hombre alto y con un arma en su mano salió y se acercó hasta la ventanilla de Cassandra.

—Buenas noches, ¿A dónde se dirigen?— Preguntó el hombre con su ceño fruncido.

—Soy Emma Barker.— Dijo la rubia y el hombre se sorprendió.

—¿Hija de Harper Barker?— Preguntó el vigilante y Emma asintió.— Señorita Barker, tengo órdenes de no dejar pasar a nadie, sólo al personal de servicio y la dueña de la mansión, que es su madre.

Emma se quitó el cinturón y luego miró con seriedad aquel hombre, quién cambió el aspecto de su rostro a uno nervioso.

—He venido desde casi dos horas en vía con mi novia, para ver el lugar que mi madre me dió, ahora la encargada de todo eso, y de tú sueldo soy yo.— Dijo la rubia viendo aquel hombre con seriedad.— Por favor, abra el portón si de verdad quiere mantener su trabajo.

Cassandra comenzó a reírse y luego vió al hombre con una sonrisa divertida.

—Disculpe señorita.— Dijo el hombre apenado.

—Ah, y otra cosa.— Dijo Emma viendo al vigilante nuevamente.— Ni se le ocurra llamar a mi madre, y decirle que estoy aquí, ahora sólo debes seguir mis órdenes, ¿Entendido?

En tú mirada (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora