Capítulo 45.

1K 76 5
                                    

Cassandra tomó una fuerte respiración, y se quedó por unos segundos mirando al suelo, conteniendo toda la rabia que sentía por dentro.

Después de unos minutos, entró a la mansión, y sólo vió al personal de servicio, y subió a su habitación. Venía a buscar más ropa, y se regresaba al hotel, había dejado de trabajar por un tiempo, dejando a cargo a sus gerentes, y su personal de confianza, en cada restaurante qué tenía. Ella sabía perfectamente qué podía dejar de trabajar si quisiera, pero no lo hacía, sólo por mantener su mente ocupada.

Tomó su maleta y salió de la habitación, dirigiéndose nuevamente a su deportivo, guardó su maleta, y antes de subir, la camioneta de su madre se había estacionado detrás de su vehículo.

El chófer se bajó para abrirle la puerta, y su madre Dakota se bajó. Cassandra la miró por unos segundos, y luego se colocó sus lentes de sol.

Dakota caminó hasta su hija mayor, y la miró con una pequeña sonrisa.

A Cassandra le hubiese gustado un abrazo de su madre cuando estuvo más pequeña, pero esos abrazos jamás existieron.

—Cassandra.— La voz de su mamá sonó suave, sus ojos azules brillaban, y ella lucía tan elegante como siempre, llevaba un vestido azul celeste, y su cabello negro recogido en una elegante cola.

—Madre.— Susurró.

—¿Cómo has estado?— Preguntó.

"Mal, estoy muriéndome" Pensó.

Bien, ¿Y tú qué tal?— Preguntó Cassandra viéndola con atención.

Dakota suspiró y miró hacia la entrada de la mansión por un momento, y luego volteó para ver a su hija.

—No muy bien.— Murmuró.— Desde hace días he querido verte, pero eres experta en desaparecer de mi vida cuándo más anhelo ver tú rostro.

—No suelo quedarme en un lugar por mucho tiempo.— Dijo Cassandra con una pequeña sonrisa.

—Lo sé.— Sonrió Dakota.— Siempre sueles irte.

—Me enseñaste cómo hacerlo.— Murmuró.

Dakota la miró por un momento y su sonrisa se fue borrando lentamente, Cassandra la miraba con atención, sabiendo que aquél comentario le había dolido, pero era la verdad. Jamás compartió un momento íntimo con su madre, jamás Dakota entró a su habitación a desearle buenas noches, cuando a sus hermanos sí lo hacía, quería entenderla, quería abrazarla, quería decirle lo mucho que sufría, pero Dakota sólo se encargaba de sonreírle y alejarla de la mansión cuando el ambiente en el hogar se ponían tensos. Jamás su madre la trató mal, pero tampoco fue una mujer amorosa con ella, y jamás estuvo ahí cuándo más la necesitó.

—No sé si hice bien haciendo eso.— Murmuró Dakota.

—Aveces hacemos cosas creyendo qué están bien, cuando realmente están muy mal.— Susurró Cassandra quitándose los lentes.

Dakota miró a su hija fijamente a los ojos, y acarició su mejilla con suavidad, era la primera vez qué ella la acariciaba de esa manera.

—Tienes los ojos más hermosos qué he visto en mi vida.— Murmuró su madre sin dejar de verla.

Cassandra tomó su mano con delicadeza y poco a poco la quitó de su rostro.

—Debo irme.— Dijo Cassandra.

—¿Por qué no te quedas?— Preguntó.

—No quiero.— Cassandra la miró y su madre bajó la cabeza.

En tú mirada (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora