Capítulo 29.

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—¡Bájame Ben!— Gritó Emma molesta golpeando su pecho.

Ben la soltó cuando estuvieron en el estacionamiento de la mansión, y vió a su hermana llorando, su rostro estaba tan rojo, y su cuerpo temblaba.

—No fue justo lo que dijiste, Emma.— Dijo Ben viéndola y sintiendo como también iba a romperse a llorar.

A Ben jamás le gustó ver a su hermana sufrir, ni mucho menos que estuviera tan peleada con su madre, esta situación jamás había pasado, jamás. Y eso lo rompía tanto.

—Déjame, por favor.— Dijo Emma limpiando sus lágrimas con rudeza y se acercó al lugar dónde estaban guindadas todas las llaves de los vehículos en el estacionamiento, tomó la llave de su Audi R8 color negro.

—¿A dónde irás?— Preguntó Ben acercándose a su hermana quién abrió la puerta de su vehículo.

Emma se subió y luego encendió el auto, y Ben la detuvo antes de que arrancara.

—No mereces que te trate mal, por favor Ben, déjame ir.— Dijo Emma viendo a su hermano con sus ojos rojos sintiendo que volverá a llorar.

Una lágrima rodó por la mejilla de Ben y el se acercó a ella, y besó su frente, queriendo no dejarla partir de esa manera.

Emma cerró la puerta de su auto y luego se marchó.

...

Cassandra se acostó con cuidado en su cama, y soltó un suspiro de cansancio, Adam la ayudó a acomodarse mejor y luego acercó una silla y la colocó al lado de la cama de Cassandra para verla.

—Gracias, Adam.— Murmuró la castaña viéndolo con una sonrisa cansada.

—Gracias a ti, por cuidar a Emma.— Dijo Adam y luego tomó su mano.

—¿Sabes? No sabía que tenían otros hermanos.— Murmuró Cassandra y luego sintió una punzada en su pecho.

—Ellos cuando nacieron los alejaron de nosotros, todos los gemelos que han nacido bajo el apellido Barker, suelen ser muy peligrosos.— Dijo Adam bajando la cabeza.— Jamás los considere mis hermanos, sólo a Harper, porque Harley fue una plaga hasta el día de su muerte.

—¿Puedo decirte algo? Sabes que jamás te he mentido, siempre me entiendes.— Dijo Cassandra y luego cerró sus ojos sintiendo como el dolor en su pecho aumentaba.

—¿Necesitas una pastilla o algo?— Preguntó Adam viendo como Cassandra trataba de evitar el dolor.

—Abre la gaveta y saca dos pastillas del frasco azul, por favor.— Dijo Cassandra señalando la gaveta a su izquierda.

Adam se levantó y sacó las dos pastillas y se las entregó, y luego le dió un vaso con agua, y Cassandra las tomó, para luego cerrar sus ojos y tomar una fuerte respiración.

—Cuando amenazaron a Emma, mandé a mi hombre de confianza a ubicarme a cada mafioso que querían secuestrar a tú sobrina, pero el vió que Harper también los estaba buscando.— Murmuró Cassandra aún con sus ojos cerrados.— Ella fue más rápida que yo, y se encargó de ellos, y los aniquiló a todos, y lo que más le molestó fue que yo estaba ahí en el lugar de crimen viendo todo.

—¿Harper volvió a asesinar? Dios.— La voz de Adam sonó tan decepcionada.

—Yo iba a hacer lo mismo, Adam.— Murmuró Cassandra abriendo sus ojos y viéndolo fijamente.— No iba a permitir que Emma pasara por eso, y lo iba a hacer, pero tú hermana terminó dándome una paliza, y me amenazó a muerte si llegaba a contarle todo a Emma.

Adam cerró sus ojos con fuerza y sostuvo su rostro entre sus manos.

—Me jode tanto que volviera a lo mismo.— Dijo Adam tan molesto.— Y me jode también que tú lo ibas a hacer.

En tú mirada (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora