Capítulo 51.

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Cassandra se acomodó un poco en su cama, y Emma la ayudó con cuidado. Su rostro fue de dolor, pero luego poco a poco se alivió, y suspiró.

—¿Cómo te sientes?— Preguntó Emma.

—Creo que bien.— Murmuró Cassandra cerrando sus ojos un momento.— ¿Puedes darme agua?

Emma asintió y luego le sirvió un vaso con agua y se lo entregó.

Cassandra había recibido una herida de bala en su columna vertebral, había quedado inconsciente, pero Harper llegó a tiempo al hospital para que pudieran tratarla, haciendo toda la situación con suma privacidad. La herida había sido un poco grave, sometiéndose a una cirugía, había pasado una semana desde entonces, y ella había respondido bien ante los tratamientos, y llevar un reposo absoluto. Emma había llegado dos días después a New York y se había enterado de lo qué le pasó a Cassandra, desde que la vió al despertar, jamás esos ojos verdes se habían ido de su cabeza.

Aveces venían vagos recuerdos, eran pocos, pero su mirada siempre estaba presente, y sentía tanto la necesidad de estar a su lado.

Emma volvió a sentarse y miró a Cassandra con atención, mientras ella bebía de su agua.

—Antes de venir a New York, encontré unas cartas en la mesa de noche de mi suite.— Murmuró Emma jugando con sus dedos sintiendo pena.

Cassandra levantó la vista para verla, y dejó el vaso en la mesita de al lado.

—¿Te incomodó leer todo eso?— Preguntó Cassandra viéndola fijamente.

—No.— Murmuró.— Es una lástima que no pueda recordar nada.

Cassandra suspiró, y Emma la veía con sus mejillas sonrojadas.

—Me gustaría recordarlo todo.— Susurró viéndola a los ojos fijamente.— Me encantaría jamás haberme olvidado de ti.

Cassandra sonrió y Emma tomó su mano.

—Gracias por haber estado cuidándome todos estos días.— Dijo Cassandra sin dejar de verla.— Tú madre es una necia por no dejarme morir, te hubieses evitado todo esto.

Emma sonrió divertida y Cassandra igual.

—Me dijo que eras una obstinada, pero que merecías vivir un poco más.— Dijo Emma aún sonriendo y Cassandra miró sus labios.

Su mirada se quedó ahí hipnotizada en su boca, y Emma se removió un poco en su asiento, sintiendo su cuerpo calentarse ante su mirada verdosa, su piel se erizó y ella se levantó de su asiento.

—¿Tienes hambre?— Preguntó Emma cortando aquél ambiente intenso.

—Un poco.— Murmuró Cassandra.

Emma asintió y luego se retiró para ir a buscarle la comida qué le había hecho, se la llevó hasta la cama y la ayudó a sentarse.

—Huele bien, Barker.— Susurró Cassandra viendo la comida.

Emma se sentó a su lado, y Rubio subió a la cama viendo a Cassandra y ladrándole.

—Ya comiste, grandulón.— Dijo Emma acariciando al perro con una sonrisa.

—¿Tú comiste?— Preguntó Cassandra volteándose para ver a Emma.

Emma asintió y Cassandra se dispuso a comer en silencio, el ambiente no era para nada incómodo, Emma desde que ha estado cuidando a Cassandra, nunca se había sentido incómoda, aunque aveces siente una necesidad incontrolable de acostarse a su lado y abrazarla.

Cassandra terminó de comer, y Emma retiró la bandeja de la cama y luego le entregó un jugo de manzana.

—Emma.— Su voz sonó ronca y Emma dejó la bandeja en la mesa y se volteó para ver a Cassandra.

En tú mirada (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora