Capítulo 8.

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La alarma de su celular empezó a sonar, sus ojos se abrieron pesadamente y sintió las ganas de seguir durmiendo.

Se acercó un poco hasta la mesa de noche y detener la alarma, el reloj marcaba las 7am, y tenía un recordatorio de una reunión con unos inversionistas a las 9am.

—Dios.— Susurró Emma somnolienta.

La rubia se sentó en la cama y tomó su celular, tenía unas quince llamadas pérdidas de Hunter, estaba tan molesta con el por su acto inhumano.

Entró al baño y se dió una ducha, su cuerpo estaba tenso, pudo sentir como el agua fría la relajaba lentamente, y no podía dejar de pensar en la conversación que tuvo con Cassandra anoche.

El desayuno llegó, y Emma le agradeció a la chica, y luego comenzó a vestirse. Unos dos toques en la puerta llamaron su atención, y se acercó para abrirla, y ahí estaba Hunter con un semblante avergonzado.

—Perdóname.— Dijo Hunter viéndola a los ojos.

—No es a mi a quién tienes que pedirle perdón.— Dijo Emma seriamente, se hizo a un lado para que el entrara a la habitación y así lo hizo.

—No pienso hacerlo, no sabes como la odio.— Dijo Hunter.— Pero no soy así Emma, jamás te pondría a ti una mano encima.

—Tus actos dicen mucho de ti, Hunter.— Dijo la rubia y luego tomó un tocino y se lo llevó a la boca.

Hunter suspiró y luego se sentó en la cama.

—Me gustaría saber porque tanto odio hacía ella, quisiera tanto saberlo.— La rubia se acercó a el y tomó su barbilla para alzarla y mirarlo.— Es tú hermana.

—Lo es, pero Cassandra se volvió tan repugnante, un día te diré todo, pero hoy no es el momento, sólo deseo estar bien contigo.— Dijo el ojiazul viéndola fijamente y luego se levantó para darle un beso.

—¿Podemos terminar lo qué empezamos anoche?— Preguntó Emma con una sonrisa.

...

Cassandra entró en su deportivo y vió a Hunter y Emma entrar en una camioneta, la castaña sólo colocó su vehículo en marcha para retirarse del hotel.

El camino al aeropuerto se le hizo eterno, pero minutos después llegó y su avión ya estaba ahí junto a su piloto y la demás tripulación.

—Señorita Hamilton.— Saludó su asistente.

Cassandra sólo le sonrió y caminó hasta el avión, pero un carro se detuvo tan rápido que se escuchó el sonido de las llantas chillar.

Keyla se bajó de su camioneta y caminó rápidamente hasta su hermana mayor.

—¿Qué haces aquí, Keyla?— Preguntó Cassandra viéndola confusa.

—¿A dónde vamos?— Preguntó Keyla, sus ojos grises estaban rojos y tenía unas ojeras tan notorias.

—¿Vamos? No pienso llevarte conmigo.— Dijo Cassandra viéndola seriamente.

—Quiero ir, quiero ir contigo a dónde vayas.— Dijo Keyla, sus ojos empezaron a ponerse vidriosos.

—Keyla, no hagas esto.— La voz de Cassandra sonó más suave.

—¡Tú no hagas esto! ¡No quiero que te vuelvas a ir!— Su voz sonó tan rota y sus lágrimas empezaron a rodar por su rostro.— ¡Se qué te vas!

Cassandra sólo se acercó a ella y levantó su rostro, su hermana menor estaba llorando sin piedad, y eso le rompía.

—Perdóname por haberme ido antes.— Susurró la castaña.

En tú mirada (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora