Capítulo 11

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Un silencio incómodo era lo que inundaba el ambiente de esa casa. Los señores Min estaban en sentados en sofá. La mujer tratando de ocultar el leve temblor de su cuerpo por la presencia del peliazul, mientras que el hombre no quitaba la molestia de su rostro. En el caso de Jihoon, él estaba con una sonrisita perversa decorando su rostro, ya que disfrutaba en demasía la situación. Al frente de ellos, estaba la joven pareja con sentimientos muy encontrados sobre qué deberían de hacer, pero más que nada prevalecían los nervios.

Jimin en especial, él no conocía a su suegro, ni por fotos y no sabía cómo debía actuar a su alrededor. Más aún cuando ya había demostrado cierto rechazo hacia su persona.

Esta era la batalla más dura que iba a enfrentar en sus veintiocho años de vida, tal vez la cual donde debía pensar más que nunca en estrategias para salir victorioso y esa batalla era ganarse la aprobación de su suegro.

—Así que tú... —dijo el señor Min mirándolo con claro desagrado—. Eres el que pretende a mi precioso hijo.

—¿Precioso? —preguntó con burla el adolescente, mirando de reojo a su hermano mayor—. ¿Seguro que hablamos de mi hermano, pa? —soltó mientras se reía entre dientes.

—Ni que hablara de ti, feo —contestó Yoongi ofendido. ¡Él era hermoso! Jihoon era el que parecía estar mal hecho. Un feo dumpling sin forma.

—Uy sí, uy sí —Se hizo el desentendido mirando el techo. Quería que Yoongi perdiera los estribos, de seguro solo mostró su faceta linda al pobre tipo que estaba ahí sentado. Ni bien se revelara, tal como es en realidad, huiría despavorido.

—Al menos tengo pareja no como otros~ —mencionó mofándose de que el otro pálido jamás haya estaba en una relación. Ni de cerca.

—Al menos no tengo gustos raros~ —contestó venenosamente Jihoon.

Los dos parecían querer matarse con la mirada y cuando iban a abrir sus bocas de nuevo con la intención de seguir despotricando contra el otro, el señor Min decidió acabar con ese comportamiento tan infantil.

Era como volver a los viejos tiempos y no eran tan gratos recuerdos que digamos.

—¡Cállense los dos que estoy hablando con este! —gritó el progenitor de ambos dando un fuerte golpe en la pequeña mesa que resonó por toda la casa, que logró silenciar a todos los presentes y hasta los pequeños gatitos pararon de jugar entre ellos y prestaron atención a sus humanos—. ¿Pretendes a mi querido hijo?

—Sí, señor —respondió seguro como si estuviera frente a un coronel. Jimin por lo que poco que había visto en doramas y sus libros, sabía que debía de actuar seguro de sí mismo, pero sin llegar a enfrentar la autoridad de su suegro.

Changsub seguía sin convencerle ese tipo para su hijo.

—¿Cuáles son tus sucias intenciones? ¿Quieres robar su inocencia? —reclamó furioso—. ¡¿Es eso lo quieres?! ¡¿Eh?! —Volvió a arremeter contra la pobre mesa—. ¡Responde! —exigió.

«De hecho, yo soy el que quiere robarse su inocencia»

«Y estuve tan cerca...», se lamentó casi lloriqueando Yoongi, bajo la mirada de desagrado por parte de su hermano menor.

—Amor —llamó la tierna mujer preocupada—. No creo que le debas hablar así, di-digo... viste las noticias de ese día. Sabes de lo que es capaz —aconsejó un poco intimidada por la presencia feroz de su ahora yerno.

El señor Min bufó ofendido por la cobardía de su mujer. Si ella tenía miedo, bien por ella, él no iba doblegarse tan fácilmente. Además, sabía que ese tal Jimin no le iba a hacer nada. Yoongi podría parecer odiar a su hermano o mostrarse molesto con la presencia de sus padres, pero los amaba mucho y no perdonaría que les hicieran algo.

Entre villanos, amores inesperados y postres ➳ JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora