Había pasado más de dos semanas y estos extraños acontecimientos siguieron ocurriéndole a Yoongi. Al menos ahora sí podía bañarse, pero debía actuar con cuidado para todo, porque cuando por fin asimilaba un poder, aparecía otro diferente. Era agotador, el doncel agradecía que su jefe le diera unas semanas libres, pues literalmente sin Jimin que lo controlara y lo guiara, era un peligro andante.
A él le gustaba su trabajo, pero últimamente solo quería estar junto a Jimin, que lo abrace y no hacer absolutamente nada. Y si su jefe le pagaba por no estar en su centro laboral ¿Quién era él para cuestionar a tan erudito señor?
Aunque en sí la situación le preocupaba en sobremanera. Ya ni uñas tenía, se las comió debido a los nervios.
Era eso o acabar con la comida del mes. No, gracias, había subido de peso y recién se llegaba a enterar.
Lo más curioso de todo respecto a los poderes es que además de adquirir algunos de Jimin y otros peculiares, inclusive... hubo un momento en los que obtuvo los que eran propios de Park Seojoon.
Sí, del perro de su suegro. De solo pensarlo sentía una horrible sensación escalar por su cuerpo.
Debido a este inconveniente, ahora ambos se encontraban en una clínica. Yoongi iba a hacerse un chequeo, un análisis de sangre, lo que sea necesario para saber por qué demonios ocurrían estos cambios en su cuerpo. Le inquietaba, pues Jimin había sido claro esa vez. Nadie podía adquirir sus habilidades por más que se implanten o inyecten lo que sea que quieran. Así que aterrado era poco para describir cómo se sentía en estos instantes.
Miró con nervios a los lados, no sabiendo qué hacer realmente, pero se calmó al sentir que Jimin unía sus meñiques.
«Él con certeza sabe qué hacer para volver todo mejor», pensó con un leve rubor en sus mejillas.
Ya sin tanto temor volvió a enfocar su mirada en señor que estaba en su delante, esperando lo que tenía por decir.
—Uhm... según los síntomas que me ha dicho —Tamborileó su lapicero en el escritorio, inquieto. Lo de los poderes no podía explicarlo, pero no debías ser un genio si considerabas los síntomas del doncel y que su esposo sea un Park—. Lo voy a derivar a otro especialista —informó mientras escribía en un papelito para luego dárselo.
Yoongi aún con los nervios de punta, tomó la notita y abrió sus ojos con sorpresa.
Esto no podía ser cierto.
—¡¿Un ginecólogo?! —gritó pasmado, mirando desesperado al secretario, pidiendo una explicación.
—Sí, un ginecólogo —reafirmó aburrido. Qué dramático era este chico, lindo, pero exagerado—. ¡Siguiente! —llamó, ignorando a la pareja.
«¡Qué grosero!», pensó el doncel con la rabia contenida.
Suspiró desolado y se dirigió al área que le tocaba ahora. Su padre iba a matar a Jimin. Aunque se enterneció, le gustaba saber que podría estar esperando un bebé.
Miró tímido al peliazul y juntó sus manos, para luego apoyar su mentón en su hombro. Sí, un hijo de los dos sería algo muy bonito. A Yoongi en particular le gustaría un bebé que se pareciera a Jimin por varias razones.
La más importante se debía a que Jimin era esponjoso, en las fotos donde aún era adolescente contaba con unas mejillas adorables y simplemente moría de la ternura. Aún Jimin seguía siendo tierno en su día a día, consideraba que su apariencia era más llamativa y definitivamente quería un mini Jimin.
La otra razón era porque si el bebé sacaba la personalidad de Jimin, iba a ser más fácil la crianza. El mayor era tranquilo, sincero, sensato y obediente, además de muy aplicado en lo que le apasionaba. Yoongi recordaba verlo perderse entre los libros de cocina y repostería, tomaba apuntes y toda la cosa.
ESTÁS LEYENDO
Entre villanos, amores inesperados y postres ➳ Jimsu
FanfictionA Jimin le habían enseñado que un villano no podía sentir amor, era simplemente imposible para ellos, por su misma naturaleza malévola. Sin embargo, Yoongi, junto con sus peculiaridades hacía que él cada vez más dejara de lado todo lo que alguna vez...