Capítulo 41

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Namjoon dejó escapar un suspiro tembloroso y renegó de quien fue el más grande enemigo de su progenitor en vida.

—Disculpa por lo que diré, pero tu padre es una mierda —dijo con la ira recorriendo su cuerpo al escuchar el pedido de Jimin y la razón detrás de este.

—Es un halago para él. No te preocupes.

—Es que... —Pasó su mano por su rostro con frustración—. Carajo, eres su hijo, ¿comprendes? Su hijo —recalcó—, incluso los villanos deben querer a sus hijos.

Jimin no supo cómo explicarle que los malos no quieren a nadie. Mucho menos a sus hijos, porque son malos. Tan crudo como simple. No existe ser más vil en la tierra que el que no tenga compasión ni por su propia sangre, el que pueda dañarlo sin sentir ni una pizca de empatía, esa es la verdadera maldad. Así funcionaba. Ese era el punto de todo, o parte de.

Fue una de las primeras cosas que Seojoon le enseñó, a través de la práctica, jamás fue bueno con las palabras de todos modos y el tampoco era un niño que comprendiera fácilmente las cosas, tendía a ser distraído. Yoongi sería inquieto, pero tenía una memoria asombrosa y habilidades brillantes que solo lo hacía admirarlo más. Él no fue un estudiante dispuesto en pocas palabras, así que tal vez eso también influyó en la manera de enseñar de Seojoon.

—Ser malo implica no tener sentimientos —dijo y acarició la cabeza de sus gatos que estaban ronroneando a su alrededor, felices por verlo de nuevo. Él los había extrañado tanto que dolía—, pero lo averiguarás y ahí sabremos con certeza si Seojoon logró ser un villano en todo el sentido de la palabra o no.

Namjoon se preguntó qué cosas habrá vivido Jimin para tomárselo con calma, como si fuera una razón válida. Una suficiente para justificar el arrebatarle los recuerdos de su madre.

Entonces, Namjoon reflexionó que Jimin no tuvo opción. Nació en la familia que nació. Él tampoco tuvo opción al nacer como hijo del gran héroe Kim Gong Yoo. No tenía remedio, solo sucedió. De la misma manera en que suceden las cosas sin explicación alguna, siendo a veces hasta injusto.

Ni él ni Jimin tuvieron la opción de tomar otro rumbo. No mientras sus padres siguieran con vida.

De repente, deseó que su padre en una de sus tantas batallas con Seojoon lo hubiera matado, tal vez así Jimin hubiera sido libre con o sin su madre y ambos se hubieran dado el lujo de crecer como unas personas normales en la medida en que se les fuera permitido. Como ahora, Jimin seguía siendo Jimin, sus antepasados cargaban sobre él, nadie podía cambiar eso, su herencia era una vil, sus ojos son los mismos de Seojoon, pero a la vez eran tan diferentes. Sin embargo, Jimin encontró su propio camino o estaba trazándolo aún, no lo sabía.

De lo que sí estaba seguro es que ni él ni Jimin eran sus antepasados.

Jimin no era Seojoon y él no era Gong Yoo. Jimin no era malo realmente, sino era un tipo algo sensible y en cierta medida sumiso, y él no era tan bueno como lo fue su padre en vida. Caso contrario no hubiera fingido su muerte ni lo seguiría haciendo. No les hubiera dado la espalda a todas esas personas que confiaron ciegamente en él por preferir su propio bienestar. A pesar de haber jurado protegerlos sobre todas las cosas, eso cambió en el momento en que Joy había nacido, y cayó en cuenta de que tenía su pequeña familia. Su propia familia que lo necesitaba más que nadie en el mundo. Más que cualquiera.

Morir como un héroe... igual como su padre lo había hecho. No, no era tan bueno como él. No quería morir, en primer lugar. Tampoco estaba dispuesto a hacerlo por la felicidad de unos desconocidos que jamás le darían las gracias. No era su obligación. Él quería estar con su familia, ver crecer a su hija, estar al lado de Seokjin, no que en unos cuantos años ellos estén llorando sobre su lecho de muerte como él lo hizo días después de que su padre falleciera a manos de Seojoon y viceversa.

Entre villanos, amores inesperados y postres ➳ JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora