Yoongi abrió levemente sus ojitos por el leve sol que ingresaba por el gran ventanal, perturbando su sueño de a poco. Se estiró en la cama matrimonial, escuchando unos huesos tronar y sintiendo un delicioso dolor en sus extremidades.
Tenía una sonrisa boba dibujada en sus labios.
Se sentía más que satisfecho. ¿Quién diría que Jimin llegaría a ser así de bueno en la cama?
No dudaba de que se entenderían en ese sentido en particular, pero lo que en verdad lo sorprendió de sobremanera, fue que, en cierto punto del clímax, Jimin se había vuelto algo tosco y posesivo. No se quejaba, para nada, solamente lo descuadró un poco; ya que, si resumía su relación en pocas palabras diría que básicamente era demasiado tierna y, por ende, pensó que cuando tuvieran relación sería algo vainilla, con palabras bonitas y lento.
Yoongi no podía pedir nada más, todo era más que perfecto.
«¡Me llevé el premio gordo!», pensó soltando unas risitas traviesas que ocultó entre sus pálidas manos.
Parecía un chiquillo que se había salido con la suya y en parte era cierto.
Miró a su lado derecho, luego para el otro y cayó cuenta de que se encontraba en la soledad de su habitación.
No le sorprendía, en el poco tiempo que comenzó a convivir con su pareja, el mayor tenía la costumbre de despertarse más temprano de lo debido. Le comentó que era, porque en las mañanas solía entrenar a diario y su reloj biológico no lo dejaba vagar por esas horas por los años en los cuales mantuvo ese nivel de disciplina constante.
Otra cosa más a la lista por la cual odiar a su señor suegro, gracias al muerto no podía despertar entre los cálidos brazos de su pareja. A menos que optara por levantarse como por las cinco de la mañana y esa no era una opción, mínimo necesitaba unas diez horas para sentirse bien y no andarle gruñendo hasta a la pared.
Esperaba que en donde sea que se encontrara el alma de Seojoon, la pasara muy mal.
¡Esto era el colmo! No importaba si se acostaba tarde, como ayer y eso que terminaron a altas horas de la madrugada, a las seis de la mañana, Jimin ya estaría completamente despabilado y con ganas de hacer algo productivo, porque resultaba que, a su querido esposo, no le gustaba perder su tiempo en internet ni en ver algo en la televisión ¡Ni una serie! Sino que prefería leer, cocinar o hacer ejercicio.
Sus ojos felinos parecieron brillar, no quería perderse de ese espectáculo. Hace semanas lo había visto hacer flexiones sin una camisa encima y juró que le había salido sangre por la nariz.
Con decisión se levantó lo más rápido posible de la cama, haciendo caso omiso al dolor en su parte baja, pero ni bien se puso de pie, se fue de bruces directito al suelo.
—Supongo que todo lo bueno tiene un precio... —se quejó aún en el piso, para luego hacer una mueca de dolor puro—. ¡No siento mis piernas! ¡No siento mis caderas! ¡NO SIENTO NADA!
Cuando Jimin volvió con la bandeja que tenía el desayuno recién hecho, se sorprendió al encontrar a su ahora esposo tirado en el suelo quejándose de... de lo que sea que le estuviera pasando.
Conectaron sus ojos y el menor parecía asustado de ser encontrado de tal manera por él.
Tal escena fue como una especie de Déjà vu.
—Gigi, ¿Por qué? —preguntó sin más, encontrándose con un pucherito algo pronunciado y unas lágrimas en sus ojos.
Su corazón se estrujó ante esa carita, era demasiado lindo para su propio bien.
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Entre villanos, amores inesperados y postres ➳ Jimsu
FanfictionA Jimin le habían enseñado que un villano no podía sentir amor, era simplemente imposible para ellos, por su misma naturaleza malévola. Sin embargo, Yoongi, junto con sus peculiaridades hacía que él cada vez más dejara de lado todo lo que alguna vez...