Capítulo 40

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Yoongi quisiera decir que lo consiguiente que sucedió fue una noche de pasión, pero eso sería una mentira. 

Jimin no había sido capaz de concentrarse en ningún segundo. Desde un inicio fue brusco, caótico y todo pasó demasiado rápido, entonces ahí tuvo la certeza de que él de alguna manera estaba desfogando sus sentimientos. Su toque era agresivo, y sus movimientos más descoordinados. No, Jimin lo adoraba cada vez que tenían sexo, iba más allá. Estaba esa pasión en su toque, una particular fascinación, pero ahora no. No había sentimientos, solo toques carentes de emoción alguna, sin significado. Vacíos.

Estaba pasando por un momento difícil así que no dijo nada. Tampoco le molestaba, aunque sí le incomodó que él sea ese desfogue. No es solo su pareja, sino el padre de sus hijos, no era necesario actuar así. Podían hablarlo. Entendía que su mente sea un caos en estos momentos. Ni él sabía cómo reaccionaría si estuviera en su lugar. 

Pero Jimin seguía siendo Jimin, él... él es diferente. En cada sentido, en cada mirada, en cada simple acto. Él no es capaz de hacerle daño.

—No puedo —Retrocedió unos centímetros, agachó la cabeza sin ser capaz de dar la cara. Estuvo mal, muy mal y lo sabe—. P-perdón, no puedo. Lo lamento.

Yoongi suspiró y acarició una de sus mejillas, con su otra mano tomó el mentón del moreno, alzándolo. Sonrió cuando sus ojos se encontraron con los de Jimin.

—Está bien —aseguró gentilmente. Igual no habían hecho nada aún en términos generales, tampoco lo hubiera permitido de todas maneras. No así—. Está perfectamente bien ¿por qué no vamos a darnos una ducha? ¿Una llena de espuma y así nos relajamos?

Jimin asintió tímido y Yoongi estiró sus brazos hacia su dirección.

—¿Qué esperas? Cárgame —ordenó divertido.

Una risilla escapó de sus labios al sentir que era levantado con sumo cuidado después de ver el rostro avergonzado de Jimin. Jamás se aburriría de esto.

No dudó en enrollar sus piernas y brazos en esa fuerte contextura, soltó una temblorosa exhalación de pura satisfacción, la temperatura corporal de Jimin siempre era alta, tan cálido y gustoso al tacto. Suponía que era debido a su naturaleza espectacular o lo que sea que tenga la genética de Jimin, él ganaba de todos modos así que no lo pensaba demasiado. Es una buena excusa para abrazarlo en las noches, pues era una almohada gigante y, si hacía mucho calor Jimin no llevaba nada de la cintura para arriba y podía deleitarse con su cuerpo tonificado. Yoongi sabe que sí.

Aunque seguía curioso por cómo sería un Jimin rudo en el sexo. Propiamente rudo, de por sí parecía volverse más dominante, pero jamás cruzaba esa límite invisible, el de arremeter furiosamente contra él.

No, mejor no, estaban bien de esta manera, luego Jimin estaría lamentándose por un largo tiempo si lo lastimaba, conociendo lo recriminatorio que tendía a ser consigo mismo, haría un año de celibato arrastrándolo con él sin darse cuenta de ello y no era conveniente. No, mejor debía enfocarse en lo tentador que sería pasar un rato en la bañera, un momento a solas sin los mellizos. Sí, eso sonaba bien. Tiempo de esposos.

—Ven acá —dijo una vez que estaba sentado en la bañera—. Frente a frente.

—Pensé que yo sería una suerte de colchón humano.

—No niego que es delicioso sentir tu cuerpo contra el mío, pero... —Hizo una pausa. Esperó hasta que se pusiera cómodo en el otro extremo—, déjame cuidar de ti, ¿sí? 

Jimin asintió ya más tranquilo por lo tibio que estaba el agua. Idóneo era un mejor término, eso sin contar las relajantes manos de Yoongi sobre su cabello. Cuidar de él, eso dijo, está bien, que así sea. Después de todo, que los papeles cambien de vez en cuando es algo que le llamaba la atención.

Entre villanos, amores inesperados y postres ➳ JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora