Capítulo 32

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—¿Me estás diciendo que literalmente ahora yo tengo que hacerme cargo de lo que tú mismo hiciste y provocaste? —cuestionó Seokjin, tratando de no soltar un grito de frustración o ahorcar a Jimin.

—No es como si algo fuera a cambiar, tomé este territorio, pero quien hace todo eres tú —Se encogió de hombros y Seokjin rompió en dos su lápiz al oírlo—. Solo que ahora tú tendrás que tomar formalmente el cargo.

—¿No sería mejor hacer como si nada pasó? —preguntó esperanzado.

—No lo sé, eso está en tus manos.

—¡Desgraciado! —bramó el rubio furioso—. Claro, atormenta a todos con querer apoderarte de este espacio, lógralo, has que mi Nam finja estar muerto, enamórate y deja el trabajo sucio en las manos del tonto de Seokjin para que solucione tus problemas.

—Eres el mejor, gracias por comprender —dijo y antes de escuchar una réplica desapareció por la ventana que estaba abierta.

El doncel soltó un suspiro y maldijo por lo bajo. Esto debía ser obra de Yoongi, algo que tuvo que hacer directa o indirectamente para que Jimin decidiera retirarse de la partida así de fácil.

Cerró sus ojos y se permitió descansar. Necesitaba convocar a una conferencia de prensa, ya luego tomaría una decisión con más calma.

En esos momentos en los que el rubio doncel se lamentaba por la situación, Yoongi disfrutaba su vida ahora que estaba embarazado y tenía los poderes prestados de sus bebés.

Básicamente él era un recipiente, pero estaba bien con eso. Aprovecharía la situación al máximo.

Miró a los gatos, quienes estaban expectantes y puso las palmas de sus manos a poca distancia la carne cruda. Arrugó el entrecejo y en solo unos segundos ya se había cocido.

—¡Esta vez no se me quemó! —gritó emocionado.

La vida con poderes era más sencilla. Miró a los dos mininos y les dio unos trocitos de su carne.

Escuchó unos pasos y sonrió en grande para abrir la puerta—. ¡Mimi! —lo recibió con una sonrisa de gomita y saltó encima de él, enrollando sus delgadas piernas a la altura de la cintura del mayor.

—Gigi, no debes saltar, ya te dije que puede ser peligroso —lo regañó, caminando lento para depositarlo en el sofá con cuidado.

—Mimi, ¿tienes sed? —preguntó, pasando por alto su advertencia.

Jimin arrugó su entrecejo confundido. ¿A qué venía esto?

—Uh, sí, creo —De hecho, no pensó en tener sed, pero tampoco es como si fuera la gran cosa.

—¡Eso quería escuchar! —Se soltó de su agarre y en un segundo ya estaba de pie, asustando a Jimin por lo repentino del movimiento—. Ya vuelvo, tienes que ver esto.

—Supongo que ustedes sí saben qué es lo que planea, ¿no? —acarició con cariño la cabeza de los gatos, recibiendo ronroneos a cambio.

Los gatos comenzaron a sobarse entre sus piernas, Jimin estaba encantado. Todo iba excelente en su vida, aunque no negaba que aún le diera miedo que algo le pasara a Yoongi.

No quería sonar grosero, pero Yoongi era extraño, lo fue desde que lo conoció por primera vez y esto solo iba en aumento.

Ya ni buscaba explicaciones, se había rendido a sus encantos.

—¡Amor! —llamó emocionado, a Jimin le dio curiosidad ver a los gatos correr despavoridos ni bien vieron a Yoongi—. Presta atención.

El peliazul vio al menor con una jarra de agua, un vaso, un recipiente y un tenedor.

Entre villanos, amores inesperados y postres ➳ JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora