–Kaelin, sabes muy bien que no te quiero cerca de nosotros. –susurró. – ¿Por qué siempre te interpones en mi camino?
Miré a mi papá por encima de la almohada. Estaba escondida detrás de la cama, rogando porque él no me encontrara.
Intento fallido.
– ¿Por qué intentas esconderte de mí? Sabes que siempre te encontraré. Y más aún cuando haces esas estupideces que sólo logran que te odie más.
Yo había tenido hambre. Aún tenía. Pero fui a la cocina y, por accidente, dejé caer un jarrón costoso que tenía mamá en la encimera. Me asusté, y salí corriendo a esconderme, no sin antes intentar arreglarlo, pero era inútil. Así que me escondí detrás de la cama.
–Sólo eres un estorbo. Una mancha, un inconveniente en la vida de las personas. ¿Cuándo lo vas a entender? Joder, eres tan estúpida.
–Papá…–sollocé.
– ¡”Papá” nada! Sólo eres un estrobo en esta casa, entiéndelo.
–Yo n-no q-quería romp-per el jarrón. –sollocé.
No me golpees. Por favor no me golpees.
– ¿Cuándo lo vas a entender? ¡Ese jodido jarrón valía más que tú!
Se acercó a mí y me arrebató la almohada, la que estaba usando como escudo para esconderme de él.
– ¿Sabes qué? Hoy no te tocaré. No vale la pena ensuciarme las manos con algo como tú. –me miró fijamente. –No te quiero, tu madre no te quiere. Nadie nunca te querrá. Nunca serás querida por nadie.
Escondí mi rostro entre mis manos y sollocé.
Debería estar acostumbrada a estas palabras, me las habían repetido toda mi vida. Pero aún duele saber que nunca seré suficiente.
–Me voy. –anunció. –Tu madre vendrá en un rato. –escupió la palabra “madre”, burlándose. –Ella te dará lo que yo no.
Me estremecí.
Salió de mi habitación dando un portazo.
Suspiré de alivio.
Pero no duró mucho tiempo, porque después la puerta se abrió bruscamente y entró mi madre.
Sonrió cuando me miró y estrelló su mano en mi mejilla al mismo tiempo.
Jadeé por la sorpresa.
–Bueno, supongo que alguien no sabe cómo debe comportarse en una casa en la que no es deseada. –dijo con una sonrisa burlona. Sus ojos brillaban con ira y satisfacción.
–M-mamá… Y-yo no q-quería….F-fue un a-accidente.
– ¿Un accidente? –se burló. –Tú eres un accidente. Un maldito accidente que jodió nuestras vidas para siempre. ¿Y sabes qué pienso hacer contigo?
Negué con la cabeza.
Sonrió, eso logró asustarme aún más.
–Te haré pagar por arruinarlo todo.
Ella no me golpea, pero me lastima de otras maneras, muchas otras maneras.
Salió y cerró la puerta tras de sí.
Y luego comprendí qué hizo.
Me encerró en mi habitación.
Sin cenar.
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Cómeme con chocolate
Teen Fiction¿Qué haces cuando la persona que más quieres te ha dejado sola?