Unas manos acariciaban mi cabello de una manera tierna y suave, algo totalmente desconocido para mí. Por alguna extraña razón no tenía miedo, sólo sentía una paz infinita, y la sensación de estar segura.
Algo que nunca había experimentado, y que se sentía muy bien.
Mi cabeza descansaba en el regazo de alguien, no podía ver su cara, pero era una mujer. Estaba total y completamente segura de que era una mujer.
El suave y lírico tarareo lo confirmaba, ya que era una hermosa voz.
Una voz que no reconocía, pero que era extrañamente familiar.
Volteé mi cabeza y me vi en un gran espejo del tamaño de la pared. Esperé que el miedo hiciera su aparición, me encontraba en una habitación totalmente desconocida para mí, con una total desconocida, quien me trataba de una manera muy extraña.
Sí, creo que eso sería una situación un tanto sospechosa.
Pero en lugar de correr asustada lejos de ese lugar, me encontré acurrucándome más en el regazo de la extraña mujer, y acercando mi cabeza para recibir sus caricias en mí cabello.
Giré mi cabeza de tal modo que pudiese ver el rostro de la extraña, pero no podía ver nada.
La luz se filtraba por una pequeña ventana en lo alto de la pared, impidiéndome ver el rostro de la mujer. Y entonces me di cuenta de que estábamos en mi baño, el baño de mi habitación.
Vi a mi reflejo fruncir el ceño y mirar todo a su alrededor.
Sí, sin duda alguna era mi baño, sólo que había un sofá y era un poco más grande, sin mencionar que el espejo abarcaba toda la pared.
Quise levantarme y explorar el lugar, pero me dio una flojera horrible, además de que estaba demasiado cómoda.
El suave tarareo no paró en ningún momento, al igual que las manos en mi cabello. Me pregunté quién sería esa mujer.
–Kaelin.
Me quedé absolutamente muda al escuchar su suave y dulce voz, una voz que podría escuchar todo el día sin cansarme, nunca antes la había escuchado, de eso estaba segura.
Seguí sin responder por al menos dos minutos, hasta que ella empezó a reír, dejándome aún más impresionada. Su risa era igual que su voz, el tono perfecto entre roca y suave, pero sin contenerse.
–Kaelin. –repitió riendo. –Vamos, cariño, sé que estás despierta.
Ladeé la cabeza en un intento de ver su rostro de nuevo, pero fue en vano. La estúpida luz la bloqueaba. Pero de algo estaba segura: era hermosa.
Había algo que me lo decía, y no tenía ganas de desconfiar. Por una vez, confié sin tener miedo a que me lastimaran.
La escuché reír de nuevo y la respiración se atascó en mi garganta por el maravilloso sonido.
–Vamos, Kae, tú puedes levantarte. –dijo en tono firme.
Sus palabras pudieron haber sido alguna clase de reprimenda, pero no sonó molesta, además de que no sabía a qué se refería.
–No puedo. –susurré. Incluso para mis oídos soné patética. Mi voz era ronca, por lo que supuse había estado llorando.
–Sí, si puedes, cariño. Lo has hecho muchas veces antes.
Negué frenéticamente con la cabeza y sentí mis ojos arder.
No, no podía. Ya no podría levantarme de esta vez. Había caído tantas veces, que no estaba segura de si quiera poder arrastrarme hasta la puerta para rendirme.
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Cómeme con chocolate
Roman pour Adolescents¿Qué haces cuando la persona que más quieres te ha dejado sola?