–Me caso en tres semanas. –fue lo primero que dijo Madison cuando entré a su consultorio.
Levanté ambas cejas en cuestión y parpadeé.
– ¿Qué?
–Lo que oíste. –asintió sonriendo. –Me caso en tres semanas, y quiero que estés ahí.
–Al parecer la visita que hiciste tuvo sus frutos, ¿uh? –respondí.
Ella se encogió de hombros.
–Eso parece, y la verdad es que aún no me lo creo. –suspiró. –Pero bueno, quiero que estés ahí. Será una pequeña reunión, no una gran boda, y sólo las personas más cercanas estarán invitadas.
– ¿Y decidiste invitarme a mí? –pregunté con sorpresa.
–No te hagas la sorprendida, es un poco insultante. Ya deberías haberte dado cuenta de que no te trato igual que a mis otros pacientes. En realidad, ni siquiera te trato como tal.
Oh.
–Y como dije. –continuó. –Sólo las personas más cercanas irán.
– ¿Invitaste a alguien más de tus pacientes?
–Sólo uno. –hizo un vago gesto con la mano. –A parte de ti, invité a alguien más, pero eso no tiene importancia.
– ¿Quién es? –pregunté con curiosidad. Si conociera a alguien en esa fiesta sería mucho mejor.
–No lo conoces. –se levantó de su asiento. –Es un paciente que veo una vez a la semana, nadie importante.
"Uh, debe ser importante si lo invitaste a la boda"
Mordí mi labio inferior, lista para decirle eso a Madison, pero preferí guardar silencio. Si ella no quería decirme de quién se trataba, entonces de acuerdo, quizás tuviera razón y ni siquiera lo conociera.
Madison se sentó en uno de los sofás rojos y me miró seriamente. Uh-uh, esa no era buena señal.
– ¿Cómo lo has estado llevando?
Tragué saliva y me levanté, sentándome en el sofá que estaba justo en frente de ella.
–No puedo quejarme mucho. –me encogí de hombros.
– ¿Y por qué puedes hacerlo poco?
–La última semana no ha sido maravillosa, pero sobreviví. Eso es algo, ¿no? Sobretodo porque no... yo no he...
Madison ladeó la cabeza.
– ¿No has tenido momentos de ansiedad?
–Los he tenido, pero no tan fuertes como para...
–Entiendo.
Se quedó mirando el vacío durante un momento, y me desconecté.
Ya habían pasado todos los días que ella debía estar fuera, por lo que me sentí completamente aliviada y agradecida de que estuviera de vuelta. Necesitaba hablar con alguien.
– ¿Qué hiciste? –soltó de pronto.
Sacudí la cabeza y la miré.
– ¿Uh?
Ella puso los ojos en blanco.
–No soy estúpida, Kaelin. Veo en tus ojos y en todo tu rostro que algo pasó, pero se nota más en tu sonrisa, ya no es tan incompleta como antes. Algo debió ocurrir.
–Mike me visitó. –no era una mentira, pero tampoco era la verdad.
Ella se enderezó.
– ¿Por qué?
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Cómeme con chocolate
Genç Kurgu¿Qué haces cuando la persona que más quieres te ha dejado sola?