Capitulo 32.

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Un molesto sonido no me dejaba dormir. Era un golpeteo que no paraba. Me di la vuelta en la cama y gruñí. Él sonido no se detuvo.

Abrí un ojo y miré hacia la puerta.

Mike estaba ahí, golpeándola repetidas veces con una cuchara.

Fruncí el ceño y él sonrió.

–Levántate, floja. Tenemos sólo unos días para recuperar el tiempo perdido. Y teniendo en cuenta que debes ir a la escuela… sí, eso nos quitará mucho tiempo. Así que mueve el culo.

Rodé de nuevo y me aclaré la garganta.

– ¿Qué hora es? –pregunté.

–Las seis.

– ¿De la mañana? –gruñí. ¡Es sábado, por Dios!

–Sí.

– ¿Y no se te ocurrió pensar que, como estuvimos hablando hasta muy tarde, yo tendría sueño?

 –Tal vez. –se encogió de hombro y lo fulminé con la mirada.

Me escondí bajo las mantas, que aún estaban calientitas, para mi suerte.

–Vete.

Él soltó una risita y escuché cuando se movió. De pronto las mantas ya no cubrían mi cuerpo, y una oleada de frío me travesó, provocando que me estremeciera.

– ¡Idiota! –chillé. – ¡Está haciendo frío! –me hice una bola en la cama, intentando acurrucarme otra vez, pero la cama estaba helada.

–No. –dijo. –Tú tienes frío porque duermes con un ventilador.

Murmuré algo incoherente y puso la almohada sobre mi cara.

–Vete. –repetí.

Escuché su ronca risa un poco más lejos, y deduje que bajaba las escaleras.

– ¡Tienes diez minutos para tomar una ducha y cambiarte! –gritó. –De lo contrario, te sacaré con pijama o no.

“Como si eso hiciera mucha diferencia”

Solté un gruñido para nada femenino (como todo lo que yo hago) y me levanté arrastrando los pies. Mike tenía razón, no estaba haciendo frío. Después de todo, septiembre es como un mes intermedio o algo así.

Entré al baño y me miré en el espejo de cuerpo completo. Las cicatrices seguían ahí.

Haciendo una mueca, abrí el agua de la ducha y me quité la ropa.

Hoy no tengo cita con Madison. Ayer me había avisado que se tomaría una semana o algo así para resolver unos problemas familiares. Creo que tenía algo qué ver con el padre de su hija, pero no pregunté. Ella es muy discreta con sus cosas.

Lo que significa que tendré toda la semana, en las tardes, para estar con Mike, y “recuperar el tiempo perdido”.

Sólo espero que no hagamos muchas cosas aquí en la casa, no me gustaría encontrarme con Alex y que me insulte de nuevo. Ugh, mi humor empeoró.

Cuando salí del baño, ya cambiada –con lo que se podría decir “ropa normal”-  Mike estaba sentado en el sofá, viendo la película que yo estuve por ver anoche, antes de que él llegara.

Me miró y puso los ojos en blanco.

– ¿Harry Potter? ¿En serio?

Le saqué la lengua.

–Sí, en serio. –dije a la defensiva. –Que sea una chica no quiere decir que sólo vea películas como “The notebook” y cosas así. –entrecerré los ojos. –Quién sabe con qué tipo de chicas te revolcaste en la nueva ciudad.

Cómeme con chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora