Capitulo 55.

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– ¿Por qué lo hiciste, Kaelin? –preguntó Madison directamente.

Mierda.

Alex se removió incómodo a mi lado, y podía sentir su atenta mirada en mí, él también quería saber la respuesta a esa pregunta.

Maldición, incluso yo quería saberla, porque no tenía nada qué decir.

Miré nuestras manos entrelazadas y algo extraño se removió en mi pecho. Después de hablarlo un par de veces, ambos estuvimos de acuerdo en ir juntos a la próxima cita con Madison. Teníamos muchas cosas de qué hablar, y otras muchas qué comprender, y queríamos hacerlo juntos.

Además de que John y Rubí casi nos empujaron por la puerta cuando salimos de casa, así que no teníamos muchas opciones.

En este momento, esconderse debajo de la mesa sonaba muy atractivo.

Un suave apretón en mi mano me hizo volver a la realidad. Suspirando, levanté la mirada del piso y miré a Alex a los ojos. Jamás me cansaría de ver sus ojos verdes. Nunca. Tenía toda la vida para comprobarlo y verlos a mi antojo.

O al menos eso fue lo que él dijo esta mañana.

Escuché a Madison suspirar, pero no le presté demasiada atención. Los ojos de Alex se veían preocupados, y sabía que era porque no respondí la pregunta. Aún no.

Tan extraña como era la situación, no podía quejarme. Ni aunque quisiera. Madison lo prohibió al primer paso que dimos dentro de la habitación, al igual que prohibió las lágrimas de cualquier tipo, por cualquier razón. Pero después de lo que había pasado con Alex y nuestra última conversación, ya no tenía razones para llorar.

"Sigue diciéndote eso y quizás te lo creas"

Debí haber hecho una mueca, porque Alex frunció el ceño y ladeó la cabeza.

– ¿Y bien? –dijo la irritante mujer frente a nosotros. –Sigo esperando una respuesta, Kae. No me hago más joven.

Apreté los dientes y aparté la mirada de Alex para fijarla en Madison, quien arqueaba una ceja con burla.

Jesús, acabábamos de llegar, ¿no podía esperar un poco, como, hasta nunca para hacer esa pregunta?

Sabía que alguien haría esa pregunta en cualquier momento. Madison se estaba aprovechando, ella sabía que nadie se había atrevido a preguntarlo aún, y eso me molestaba de sobremanera.

John me trataba como una flor delicada que se rompería en cualquier momento... ¿o era muñeca de porcelana?

De todos modos no importaba.

Alex seguía siendo Alex, igual de lindo, igual de atento –bueno, a veces- e igual de estúpido.

Lo miré de nuevo. Intentando transmitirle mi respuesta de alguna extraña manera, pero nada ocurrió. Hasta que el entendimiento cruzó por su rostro y palideció de golpe, tragando saliva repentinamente.

–No. –murmuró. –No, no pudiste hacerlo por mí, no por lo que yo...

–Lo hice por mí. –dije suavemente, interrumpiéndolo en su racha de culpabilidad. –Sólo quería dejar de sufrir, y sé que suena dramático, pero es la verdad, después de despertarme sin ti...

Madison chasqueó la lengua.

–No lo hagas sentir más mierda de la que ya se siente, chica. –gruñó mientras se levantaba. –Probablemente se lo merece, pero decidiste perdonarlo o algo así, ¿cierto?

Cómeme con chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora