Capitulo 33.

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Estuve toda la noche dando vuelta en la cama como una salchicha.

Estaba muy inquieta. No sé si fue el enterarme que alguno de mis vecinos consumía, o el haber estado sola en casa después de tener compañía la última noche, pero no pude dormir. Al menos no dormir-dormir, estuve dormitando a ratos. Mi cabeza se inclinaba hacia un lado, pero eso sólo hacía que me despertara.

Pero creo que lo que no me dejó dormir fue el no querer pesadillas. La noche anterior me había despertado de golpe, casi gritando y completamente bañada en sudor. Gracias a Dios Mike no se dio cuenta, de otro modo ahora estaría aquí, prácticamente encima de mí, cuidando que respire bien.

En serio, ya he tenido a Mike cuidándome, y no es una experiencia que me gustaría repetir.

Salté de la cama a no más de las seis de la mañana. Con ojeras, y arrastrando los pies. Después de ayer en la mañana, que también me había levantado a una hora cercana… Sí, bueno, creo que me hacía falta unas horas de sueño.

“Por no mencionar el sueño de belleza” protestó la voz “Nos vemos horrible”

Haciendo una mueca, me senté en el borde de la cama y masajeé mis sienes. Me cabeza estaba por estallar.

Un sonido de pisadas resonó fuera de mi habitación y suspiré.

Mike apareció en el umbral de mi puerta, sonriendo como idiota.

La voz comenzó a decir un montón de cosas en mi mente. La mayoría no las entendí, como normalmente pasa, pero hubo unas que….

Y luego me di cuenta.

Llevaba la misma ropa de ayer, sólo que arrugada y tenía el cabello alborotado. Como, completamente alborotado. Pensé en las opciones.

Mi boca se abrió.

– ¿Acabas de llegar? –pregunté.

Él asintió con una sonrisa.

 –Tu amiga Mishell es fantástica.

“¿En qué sentido?”

Cerré la boca de golpe.

Ah, joder, no. Él no lo hizo.

Caminó despreocupadamente alrededor de mi habitación y se recargó contra mi escritorio.

 – ¿La nueva farmacia de la esquina es segura?

Levanté ambas cejas.

– ¿En serio vas tener sexo con…?

Su sonrisa creció a niveles espeluznantes y luego lo entendí.

Lo miré con incredulidad.

Pensé que Mishell no quería tener nada que ver con chicos y todo eso, no después de lo que pasó con su ex…

“Bueno, ya estés tan segura”

–No puedo creer que ya…

–Ajá.

Lo fulminé con la mirada.

–Por favor dime que no fue en la parte trasera de tu coche.

Mike me miró y negó con la cabeza lentamente.

–No soy tan idiota, Kaelin.

Solté un suspiro de alivio y él se encogió de hombros.

Sí, es cierto, yo les dije que podían tontear un rato, pero eso no significaba que debían acostarse a los pocos minutos.

Cómeme con chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora