Capitulo 50.

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Kaelin me sonrió y mi corazón dio un vuelco. Tomé su mano y acaricié suavemente su muñeca, sobre los bordes de las pequeñas cicatrices que sobresalían. Inmediatamente la sentí ponerse rígida y me maldije mentalmente.

Aún no podía creer que me hubiera perdonado. De acuerdo, nunca dijo específicamente las palabras te perdono, pero dijo que todo estaba bien y que lo solucionaríamos juntos, y eso, para mí, era suficiente.

Sabía que aún faltaba un largo, largo camino para que todo estuviese bien entre nosotros, pero me conformaba con tomar su mano en este momento, lejos de todos y de todo, sólo ella y yo.

Aunque no lo mereciera.

Probablemente otras chicas me habrían mandado a la mierda, y eso era exactamente lo que merecía, pero ella no, y eso sólo me hizo sentir culpable.

Debería alejarme, dejarla continuar con su vida sin mí, como intenté hacía unos meses, pero todos sabíamos cómo había terminado eso.

No la merecía. Joder, claro que no.

Ella se estremeció a mi lado y pasé un brazo sobre sus hombros, atrayéndola a mi cuerpo. El sol ya se había ocultado, y faltaba muy poco para que la lluvia llegara, pero no queríamos apresurarnos a llegar a la casa.

Dentro, el ambiente entre nosotros cambiaría, ambos lo sabíamos, lo que no sabíamos era si sería bueno o malo.

–Tengo hambre.

La miré arqueando una ceja y se encogió de hombros.

– ¿Qué? No he comido en varias horas, pensaba hacerlo cuando llegara aquí, pero me encontré contigo y todo eso...

– ¿Estás segura de que hay comida? –pregunté. John tenía semanas que no visitaba su casa.

–Sí, John llenó la nevera un día antes de que venir aquí. –titubeó. – ¿Sabías que estaba aquí?

Eso me hizo fruncir el ceño. Aún no creía que no tenía ni idea, todo había sido idea de su padre, alejarme unos días para dejar que las cosas se enfriaran y luego arrastrarme por su perdón, pero al parecer él tenía otros planes.

–No.

–Entonces creo que nos deben una buena explicación. –respondió, pensativa.

Sí, como que la necesitábamos. Tampoco era como si me quejara.

Rubí dijo que si necesitaba hablar con alguien sobre lo que pasó, podía recurrir a ella, pero no se sentiría correcto. Era la novia del hombre que era lo más cercano a un padre que tenía -además de mi abuelo-. Además, Madison ya estaba en la ciudad, y podría ir a... Mierda.

John habló con Madison. Habló con ella durante más de dos horas. Por teléfono. Y él estaba muy enojado cuando acabó la llamada.

Ella no estaba muy cuerda que digamos.

–Habló con Madison. –solté.

Kaelin volteó a verme con el ceño fruncido. Quise borrar esas pequeñas líneas en su rostro... con mis labios, y luego quizás ir más abajo...

– ¿Qué?

Me di cuenta de que estaba viendo su boca fijamente y un bonito sonrojo apareció en sus mejillas cuando la miré a los ojos.

–Tu papá habló con Madison, estuvieron discutiendo un buen rato. Ella nunca tiene buenas ideas. –o quizás, eran las mejores, pero nunc a admitiría eso.

Entendimiento cruzó por su rostro y apretó las manos en puños.

–Hija de puta. –gruñó.

Cómeme con chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora